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Por: Valeria Gaona | @AbortoLegalPue

Quienes acompañamos a personas que deciden abortar, pocas veces pensamos en quién nos acompaña a nosotras/es.

La vida nos atraviesa a quienes acompañamos, llevamos nuestros propios sueños, ilusiones y decepciones, no llegamos vacías a este proceso; aunque por un momento parece que dejamos nuestra vida en pausa, mientras estamos frente a alguien que necesita toda nuestra atención. Nuestros dolores pasan a segundo plano y por unos minutos, sostenemos el proceso de alguien, que también carga con ilusiones, dudas, deseos y más.

Durante este proceso; contestamos las preguntas que embargan a la otra persona, escuchamos atentamente, sonreímos, asentimos con la cabeza, damos la mano y tal vez hasta un abrazo. Hablamos del proceso del aborto y a veces de muchas cosas más. Acompañamos desde la empatía, desde la escucha respetuosa, desde la ternura, en todo momento concebimos a la otra/otre con capacidad de agencia; sobre todo, le miramos sabiendo que nadie más que esa persona es experta en su vida.

Un claro ejemplo de esto es cuando conocí a Ana, en un día caluroso de abril, sonó mi teléfono, era un número desconocido; cabe decir que odio hablar por teléfono y más contestarle a números desconocidos. No sé si es un tema generacional entre las personas que nacimos en la época de las extorsiones telefónicas, pero me causa ansiedad contestar así nada más a un número que no conozco.

Después de negociar conmigo misma, contesté muy segura, del otro lado había una persona de voz temblorosa que me preguntaba si en este número podíamos ayudarla con un problema que tenía, le pedí que fuera más específica y en ese momento la voz al teléfono solo pudo articular un: “Estoy embarazada y no deseo estarlo”. En una charla muy corta de dos minutos logramos ponernos de acuerdo para vernos en un café en el centro de Puebla, ese sería el espacio para conocer más sobre la situación que estaba atravesando esta persona y solucionar sus dudas.

Llegó el día de ver a Ana, ambas llegamos a tiempo a nuestra cita y en una plática de 60 minutos abordamos todas las inquietudes que ella tenía sobre el proceso, dialogamos sobre el aborto seguro y las posibilidades de llevar este proceso desde casa. Compartimos un café, la risa, la angustia, pero también la tranquilidad de que todo estaría bien. Nos despedimos, pero me pareció importante hacerle saber que podía escribir en cualquier momento. Nuestra comunicación siguió por varios días.

Una vez que termina el acompañamiento, las/es acompañantes volvemos a nuestra rutina: pagar la luz, la renta, alimentar a nuestros perris. Volvemos a sostener solo nuestra vida y a mirar que nuestros dolores, ilusiones y alegrías siguen ahí. Pero, ¿Quién acompaña a las/es acompañantes?

La respuesta es sencilla y compleja al mismo tiempo. A las/es acompañantes nos sostiene la ternura, la resistencia, el amor, la complicidad, la rabia, la alegría, pero también nuestras madres, hermanas, amigas/es, vecinas, parejas y hasta nuestras abuelas desde el cielo. A las/es acompañantes nos sostiene nada más y nada menos que la esperanza de #QueSeaLey.

Hoy se discutirán en el Congreso de Puebla dos iniciativas que garantizarían que quienes acompañamos abortos nos sintamos más sostenidas: una es la reforma a la Ley Estatal de Salud y la otra para reformar al Código Penal. La aprobación de estas reformas no significa que dejemos de recibir llamadas o que dejemos de acompañar a quiénes nos lo pidan, significa que habrá también quien acompañe a las mujeres y personas gestantes desde el sector Salud. Significa que quizás podamos tener un poco más de tiempo para nosotras/es y nuestras vidas.

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Un comentario en «PROMOTORAS DEL CAOS | Acompañar a quién acompaña»

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