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La restauración efectiva y plena del parlamentarismo local y el camino hacia la ansiada división de poderes y eficiente trabajo legislativo —de representación de los ciudadanos, de fiscalización del gasto público y de elaboración de normas con pulcritud y técnica jurídica— pasa inexorablemente por la revaloración del Congreso del estado de Puebla.

Pareciera colateral que haya comenzado la construcción de una nueva sede del Poder Legislativo del Estado de Puebla, pero en muchas dimensiones simbólicas debe verse como el comienzo de un buen camino que, por supuesto, debe ahora ser completado por los actuales legisladores, así como los que logren la elección consecutiva, coloquialmente conocida como reelección, y quienes vengan como nuevos a la próxima LXII Legislatura (2024-2027).

De memoria propia, tengo la referencia de la promesa de Mario Plutarco Marín Torres, quien gobernó Puebla entre 2005 y 2011, de que construiría un complejo para albergar las labores legislativas.

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Para hacer emocionante la nota, en esos tiempos, cabeceamos algo así como Anuncia Marín que construirá un San Lazarito, en referencia al complejo de edificios que, en la Ciudad de México, es la sede de la Cámara de Diputados, en el amplio predio que en otros tiempos fue el patio de maniobras de la Estación de Trenes de San Lázaro (de ahí su nombre de Palacio Legislativo de San Lázaro).

No lo hizo Marín, luego Rafael Moreno Valle Rosas ni siquiera se lo planteó seriamente. Si un gobernador fue enunciadamente desdeñoso con el Poder Legislativo, fue precisamente él y no habría por qué suponer que iba a dedicar varios millones de pesos a una nueva sede.

Por supuesto que las intenciones y visiones que hubo respecto de una nueva sede, pintan, en retrospectiva, la ponderación que hay sobre el parlamentarismo local en Puebla.

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Fue hasta la llegada de Miguel Barbosa Huerta, que se prometió con firmeza la obra.

Aquel proyecto que se planteó por el desaparecido mandatario, fue mejorado y pulido por el actual gobernador Sergio Salomón, quien el viernes pasado puso, con los legisladores, la que será la histórica primera piedra de la nueva sede.

La visión del mandatario poblano tiene una carga de experiencia propia, porque ha sido ya dos veces diputado local, una de ellas presidente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política.

Se trata, efectivamente, de que haya un espacio digno, que respete también al medio ambiente y que sea una construcción de primer nivel.

Mucho ojo: no se trata aquí solamente de beneficio para los legisladores, que ya sabemos que son de los políticos menos apreciados por la gente.

No, se trata también de los trabajadores del Poder Legislativo y, lo más importante, de la gente, de los poblanos y poblanas que van en búsqueda de soluciones y respuestas, y solicitan el respaldo de los diputados y diputadas locales.

La actual sede, en el Centro Histórico, está en malas condiciones, en general, salvo la belleza de su patio y su salón de sesiones.

El edificio, de acuerdo con la referencia histórica, “originalmente fue construido en 1833, para funcionar como el teatro de la Sociedad Artística Filarmónica La Purísima Concepción. Su construcción la dirigió Rafael Guerrero. Del edificio destaca la decoración mudéjar o morisca en la parte externa del patio”.

Pero en general, las oficinas son ratoneras, no son espacios dignos de trabajo, ni para los legisladores y legisladoras, ni para su personal.

Pero sobre todo, no lo son para recibir a los ciudadanos.

La nueva sede, que estará ubicada en la Calzada Zaragoza y 32 Oriente de la zona de Los Fuertes, tendrá 25 mil 956 metros cuadrados de construcción, 11 mil 161 metros cuadrados de áreas verdes y cuatro niveles subterráneos.

En su mensaje, el gobernador Sergio Salomón dijo que esta nueva sede mejorará las condiciones laborales y será un espacio digno para representar la voz de la población y que destacará la grandeza de la investidura de uno de los poderes del estado. Efectivamente.

Ahora bien, los legisladores, que se espera que estrenen la edificación en 2024, deberán hacer ahora su parte.

La dignificación y la restauración han comenzado.

Foto: Especial