Todos los ojos estarán puestos en un encuentro previsto para el sábado entre Trump y el presidente chino, Xi Jinping.

La cumbre de las principales economías del mundo comenzó el viernes con una cruzada de sus líderes por evitar los efectos colaterales de una guerra comercial entre Estados Unidos y China que golpeó a los mercados mundiales.

A la espera del tipo de drama geopolítico divisivo que el presidente Donald Trump suele traer al escenario internacional, la reunión anual de dos días es una prueba importante para los miembros del G-20.


Los líderes se reunieron por primera vez en 2008 para ayudar a rescatar a la economía mundial de la peor crisis financiera en siete décadas, pero el grupo ahora enfrenta dudas sobre su relevancia para lidiar con los problemas económicos actuales.

La cumbre en la capital argentina estará marcada por una amarga disputa comercial entre Estados Unidos y China, las dos economías más grandes del mundo, que han impuesto aranceles mutuos a importaciones valuadas en cientos de miles de millones de dólares.

Todos los ojos estarán puestos en un encuentro previsto para el sábado entre Trump y el presidente chino, Xi Jinping, en el que se espera hallen el modo de calmar las aguas y avanzar hacia la resolución de las diferencias que amenazan a la economía global.

Las naciones del G-20 seguían trabajando el viernes contrarreloj para llegar a un acuerdo sobre temas clave como el comercio, la inmigración y el cambio climático, que en los últimos años se han resuelto con bastante antelación. Esas divisiones resaltan cómo se fracturó la agrupación.

De hecho, el escepticismo de Trump acerca de que el calentamiento global sea causado por la actividad humana plantea dudas sobre si los países podrán mostrar suficiente consenso como para incluir el tema en el comunicado final de la cumbre.

Otra cuestión ríspida es la escalada del conflicto entre Rusia y Ucrania, que seguramente estará en la mente de muchos líderes cuando vean al presidente ruso, Vladimir Putin. Y también hay preguntas sobre cómo manejar la incómoda presencia del príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman.

El gobernante de facto llegó en medio de una amplia controversia sobre el asesinato en octubre del periodista crítico Jamal Khashoggi en un consulado de Arabia Saudita en Estambul.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *