Los palestinos consideran la barrera como una apropiación de tierras en zonas en las que buscan fundar su propio Estado.
Visitantes de todo el mundo pasaban junto a un árbol de Navidad de 16 metros en una peregrinación de Nochebuena a Belén, la ciudad donde según la tradición judeocristiana nació Jesús.
La ciudad palestina en la Cisjordania ocupada por Israel vive la Navidad con mayor movimiento en años, con los hoteles casi copados y la situación de seguridad relativamente calma. Filas de peregrinos se apilaban para pasar por la estrecha entrada de arenisca a la Iglesia de la Natividad para visitar la gruta donde los fieles cristianos creen que nació Jesús. “Este lugar es maravilloso.
Siento como si la Navidad real (se celebrara) aquí”, comentó Joseph Ahlan, un peregrino de Malasia. Maria Moeva, una turista de Bulgaria, dijo que podía sentir “toda la pasión de la gente que está aquí para celebrar el nacimiento de Cristo”.
El patriarca latino interino de Jerusalén, arzobispo Pierbattista Pizzaballa, lideró la procesión anual desde Jerusalén a Belén y más tarde celebrará una misa de medianoche en la Iglesia de la Natividad, construida originalmente en el siglo IV.
En la Plaza del Pesebre, los visitantes oían coros de villancicos, a músicos tocando la gaita y a la banda de niños exploradores palestinos.
Aunque la situación de seguridad ha mejorado desde una ola de ataques con arma blanca y atropellos con vehículos de palestinos contra ciudadanos israelíes en 2015, los puestos de control israelíes y un muro de concreto que serpentea alrededor de la ciudad aún son parte de la vista de Belén.
Los palestinos consideran la barrera como una apropiación de tierras en zonas en las que buscan fundar su propio Estado.
Israel, que capturó Cisjordania en una guerra en 1967, dice que las vallas y muros que ha levantado ayudan a impedir ataques de palestinos.