Los historiadores registran que esta delegación de poderes a Martín de Valencia estuvo rodeada de conflictos y confusiones.

LA INQUISICIÓN EN LA NUEVA ESPAÑA

El término Inquisición comprende varias instituciones dedicadas a la supresión de la herejía en la Iglesia católica.

Inició en la Edad Media, en 1184, en el Sur de Francia. En 1249 se implantó en el reino de Aragón y con la unión de los Reyes Católicos, se extendió a Castilla con el nombre de Inquisición española (1478-1821).

El Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición de la Nueva España fue establecido en 1571 para ejercer un control ideológico y religioso sobre la población, procurando normas de conducta que regirían la vida en la Nueva España.

Tuvo como propósito fortalecer la fe, perseguir herejías, prácticas judaizantes (no el judaísmo como tal, ya que sólo tenía potestad sobre los judíos que fueran bautizados) y mantener la unidad religiosa.

Quedó claro que no habría de perseguir a los indígenas, pues se les consideraba cristianos nuevos y, por lo tanto, objeto de enseñanza y guía espiritual, pero no de castigo.

Vigilaba la lectura de libros prohibidos, tenía jurisdicción en todo el virreinato y estuvo activa hasta 1820.

ORIGENES

Tras la conquista de Tenochtitlán a manos de Hernán Cortés en 1521 hacían falta misioneros para la conquista espiritual, la cual estaba en manos de España y Portugal gracias a la bula Breve Inter caetera de 1493 del papa Alejandro VI.

Sin embargo, debido a la falta de miembros del clero secular, por influencia de Cortés y los franciscanos, estos últimos consiguieron la bula Alias Felicis por parte del papa León X en 1521 que les concedía el derecho de actuar en donde no hubiera miembros del clero secular, orden que se extendería a las demás órdenes religiosas en 1522 por la bula Exponi Nobis Fecisti (Omnímoda) y a partir de ese mismo año se iniciaron acciones contra los herejes por parte los frailes inquisidores.

Mientras no hubiera un prelado dominico en la Colonia, los inquisidores españoles generales delegaron su autoridad a los obispos locales, entre ellos Pedro de Córdoba, viceprovincial de la Orden de Predicadores o dominicos, el cual a su vez delegó sus funciones al franciscano Martín de Valencia uno de los Doce apóstoles de México, es decir, uno de los 12 frailes llegados en 1522.

Los historiadores registran que esta delegación de poderes a Martín de Valencia estuvo rodeada de conflictos y confusiones.

@cronicabanqueta

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