Aunque el Partido Socialista ganó con el 29% de los votos, su líder tendrá que negociar el apoyo de partidos más pequeños para poder gobernar.
Las terceras elecciones en España, celebradas en menos de cuatro años, hicieron poco el domingo por despejar la incertidumbre sobre el futuro político de la cuarta economía más grande de la eurozona.
El Partido Socialista (PSOE) de centro izquierda, salió ganador de las elecciones con el 29% de los votos. Su líder y actual presidente del país, Pedro Sánchez, intentará formar un nuevo gobierno, mismo que se sumaría a una minoría de gobiernos socialistas en la Unión Europea.
Pero con apenas 123 de los 350 escaños del Congreso de los Diputados, Sánchez tendrá que negociar el apoyo de partidos más pequeños para poder gobernar.
“Formar un gobierno estará lejos de ser sencillo”, dijo Antonio Barroso, analista de la consultora en Londres Teneo Intelligence.
Ni siquiera una alianza con el partido antiausteridad Unidas Podemos daría a los socialistas la cifra clave de 176 escaños para la mayoría absoluta. Eso implica que Sánchez tendrá que negociar con partidos más pequeños para cumplir su objetivo de mantenerse en el poder para una legislatura de cuatro años.
El paisaje político español se ha fragmentado en los últimos años, tras décadas en las que el PSOE y el conservador Partido Popular se alternaban en el poder.
Forjar alianzas de varios partidos ha resultado difícil, lo que ha acabado con gobiernos españoles. En 2015, un resultado inconcluyente de las elecciones generales llevó a negociaciones fallidas y una repetición de los comicios al año siguiente.
“El país ha sufrido un grado de inestabilidad excesivo”, indicó el diario La Vanguardia en un editorial el lunes. “Eso nunca es bueno. Y menos aún cuando la Unión Europea padece el mismo mal, debido al Brexit y al ascenso de los populismos”.
El PSOE, que llegó al poder el pasado junio con un gobierno en minoría, ganó muchas credenciales políticas al aumentar su número de escaños de 84 a 123.
El partido de centroderecha Ciudadanos, que ha sido hostil en muchos aspectos a las iniciativas política socialistas, creció de 32 a 57 parlamentarios, mientras que el Partido Popular perdió más de la mitad de su representación parlamentaria para quedarse con 66 diputados.
Para completar la transformación del paisaje político, el grupo de ultraderecha Vox se hizo el domingo con el 10% de los votos y 24 escaños en el parlamento nacional. Es la primera vez desde la década de 1980 que un partido de ultraderecha se sentará en el Congreso.
En total, cinco partidos consiguieron más de 20 escaños.
Otra vía impredecible que Sánchez podría considerar es buscar el apoyo de los secesionistas en Cataluña.
Las demandas continuadas de los separatistas de lograr la independencia de su adinerada región provocaron en 2017 la peor crisis constitucional española en décadas, y el precio de su apoyo podría ser demasiado alto para Sánchez.
Además de todas las consideraciones sobre partidos, el nuevo gobierno afronta la difícil tarea de reducir el desempleo crónico y evitar el colapso del sistema público de pensiones. La tasa de desempleo en España era de casi el 14% en febrero, en comparación con una media algo inferior al 8% en los países de la eurozona.
Es improbable que se forme un gobierno con rapidez. España celebra en cuatro semanas unas elecciones regionales y locales, además de elegir a sus representantes europeos, en lo que será otra prueba de fuerza política.