La vitamina K interviene en varios procesos biológicos, pero los más importantes están relacionados con la coagulación de la sangre y con la salud ósea. Por eso deben tener cuidado con su ingesta quienes tomen anticoagulantes orales, por ejemplo. Pero vamos a conocer un poco mejor cuáles son las bondades de esta vitamina, que debería estar presente en nuestra dieta.
“La coagulación sanguínea es un proceso de enorme complejidad regido por una gran cantidad de factores finamente regulados. De lo contrario, ante una pequeña herida podríamos desangrarnos. La vitamina K interviene en dicho proceso y es necesaria para la síntesis de varios factores de la coagulación; en concreto el II, VII, ICX y X”, nos explica en una entrevista con Europa Press Infosalus la doctora Clotilde Vázquez.
La jefa del Departamento de Endocrinología y Nutrición de los hospitales universitarios Fundación Jiménez Díaz, Rey Juan Carlos, Infanta Elena, y General de Villalba, todos ellos hospitales del grupo Quirónsalud, e integrados en el servicio público de salud madrileño, destaca por ejemplo que, en el caso del hueso, la vitamina K es muy importante para la síntesis de una proteína, la osteocalcina, que forma parte de la matriz ósea, e indirectamente interviene también en la correcta trabeculación del hueso (lo que le confiere resistencia), y parece disminuir la resorción ósea.
DÓNDE PODEMOS ENCONTRARLA
“Como muchas otras vitaminas, la vitamina K presenta dos subformas químicas importantes, denominadas ‘K1’ y ‘K2’, que tienen propiedades distintas. La ‘K1’, llamada ‘filoquinona’ es producida por los alimentos vegetales, sobre todo aquellos de hoja verde”, apunta esta endocrinóloga.
Mientras, cita que la ‘K2’ –-o menaquinona— se encuentra, sin embargo, en los alimentos grasos, en aquellos fermentados por bacterias (como algunos quesos); si bien indica que la fuente principal de estas isoformas vitamínicas es la producción de nuestras propias bacterias intestinales en el intestino grueso.
Tal y como prosigue la doctora, básicamente se puede decir que es la ‘K2’ la que interviene en el hueso, y la ‘K1’ en la coagulación: “Las fuentes alimentarias principales de vitamina K se asocian al color verde: espinacas, perejil, brócoli, coles de Bruselas, lechuga verde, kale, aguacate, kiwi, y uvas verdes“.
EL PROBLEMA CON LOS ANTICOAGULANTES ORALES
En este sentido, la especialista de la Fundación Jiménez Díaz subraya que el problema entre la vitamina K y la toma de anticoagulantes es que estos fármacos, como el famoso ‘Sintron‘, entre otros, y empleado para tratamientos de largo plazo, son antagonistas o activadores de la vitamina K y, por tanto, no se activan los factores II, VII, IX y X imprescindibles en la coagulación.
“Los anticoagulantes son fármacos imprescindibles para impedir la coagulación de la sangre; en concreto, la formación de trombos que son la causa de un gran número de enfermedades agudas cardiovasculares, como la trombosis (pulmonar, cerebral, o de cualquier otro órgano), los infartos de miocardio, entre otras patologías”, subraya la doctora Vázquez.
Por eso, insiste en que se trata de medicaciones básicas en el tratamiento y/o prevención de la formación de trombos, o de coágulos intravasculares. “Hasta ahora este grupo de fármacos eran los únicos comercializados y, aún hoy en día, son los más utilizados por su seguridad y bajo coste, pero presentan interacciones frecuentes con otros fármacos y, desde luego, con todos los alimentos ricos en vitamina K”, mantiene esta experta.
Así, señala que, a los pacientes con anticoagulantes, generalmente, se les desaconseja la ingesta de vegetales de hoja verde, como la acelga, la espinaca, el brócoli, las coles de Bruselas, el perejil, pero también la alcachofa, el pimiento verde, o los guisantes. “Esto empobrece claramente la ingesta nutricional, o en casos seleccionados, se les adiestra a ingerir diariamente una cantidad similar de estos alimentos y se ajusta la dosis de anticoagulantes”, concluye.
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