El saneamiento de los ríos Atoyac y Zahuapan requieren una atención desde las fuentes industriales que lo contaminanFoto: Especial

En julio de 2011, integrantes de la Coordinadora por un Atoyac con Vida y del Centro Fray Julián Garcés presentó una Queja ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), por la violación a nuestros derechos humanos a un medio ambiente sano, saneamiento del agua y acceso a la información, en relación con la contaminación de los ríos Atoyac, Xochiac y sus afluentes; en agravio de quienes habitan y transitan en los municipios de San Martín Texmelucan y Huejotzinco, en el estado de Puebla; y en los municipios de Tepetitla de Lardizábal, Nativitas e Ixtacuixtla de Mariano Matamoros, en el estado de Tlaxcala.

Luego de 6 años de gestión de la queja, la CNDH emitió la recomendación 10/2017, en la que se reconoció que “existe un nexo causal entre la contaminación de los ríos, la falta de saneamiento de las aguas residuales municipales e industriales y la incidencia de enfermedades crónicas degenerativas en la población.”

Además, a las autoridades responsables de garantizar los derechos humanos en la Cuenca del Alto Atoyac, se les recomendó elaborar un Programa Integral de Saneamiento para atender la problemática en toda su complejidad en el estado y en la Cuenca.

A más de siete años de emitida la Recomendación, hicieron los siguientes señalamientos:

Primero, los datos respecto a la presencia de sustancias tóxicas presentes en la Cuenca del Alto Atoyac son más contundentes que en 2011, cuando presentamos la Queja. Esto ha quedado demostrado en los resultados de los diferentes Proyectos de Investigación e Incidencia de los Programas Nacionales Estratégicos del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt), desarrollados durante los últimos tres años en la Cuenca. Ahora sabemos que están presentes las sustancias tóxicas:

Metales pesados ​​y químicos tóxicos como mercurio, níquel, plomo, cianuro, arsénico, cobre, cromo, cadmio, zinc, compuestos orgánicos volátiles (tolueno, dibromoclorometano, cloroformo, cloruro de vinilo, cloruro de metilo, fenoles, compuestos de benceno y xilenos), nitritos, nitratos, fosfatos y sólidos suspendidos, entre otros.

Presencia de nitrógeno debido al uso excesivo de fertilizantes, detergentes y procesos de descargas industriales que no se encuentran regulados por ninguna norma mexicana.

La actual Norma Oficial Mexicana 001-Semarnat-2021 es todavía insuficiente para los niveles actuales de contaminación en la Cuenca, pues únicamente contempla 22 parámetros mientras que 81 contaminantes no están sujetos a ninguna norma ambiental.

De acuerdo a la información de los monitoreos realizados por la Comisión Nacional del Agua del 2012 al 2022, analizada por la Maestra Inés Navarro del Instituto de Ingeniería y el doctor Omar Arellano Aguilar, de la Escuela Nacional de Ciencias de la Tierra, ambos de la UNAM y miembros del equipo de investigadores e investigadores con quienes trabajamos, muestran que los datos de la contaminación mantienen el mismo comportamiento en todo este período. Es decir, que las acciones de saneamiento realizadas por los gobiernos federal y estatal en la cuenca no han tenido un impacto sustancial en la situación de contaminación de los ríos Atoyac y Zahuapan, y sus efectos sobre la salud, pues hasta la fecha se mantienen los mismos patrones de contaminación y de dilución de contaminantes.

Es importante señalar que esta dilución no es resultado de algún tipo de obra pública realizada sino un efecto del comportamiento del movimiento del agua sobre el cauce del río.

Esto quiere decir que las inversiones millonarias hechas por los gobiernos en plantas de tratamiento y otras infraestructuras para el saneamiento no reflejan resultados ni siquiera en los monitoreos realizados por el mismo gobierno federal a través de la Conagua.

Con respecto a esto, por ejemplo, el equipo de investigación del doctor Omar Arellano realizó una medición de calidad del aire el día 13 de junio pasado en el río Xochiac, poco antes de unirse al Atoyac, encontrando que a 20 metros del cauce del río, junto al camino y en las tierras de siembra, las personas están expuestas de manera constante a una emanación de entre 366 y 416 ppm (partes por millón) de Cloruro de Vinilo dispersado por los vientos, cuando el límite máximo permitido de exposición en una jornada laboral de 8 horas (40 horas a la semana) es de 1 ppm, de acuerdo a la Agencia para Sustancias Tóxicas y Registro de Enfermedades de los Estados Unidos. Esto muestra el riesgo de sufrir afectaciones a nuestra salud por enfermedades crónicas no transmisibles asociadas a la contaminación industrial, al que las y los habitantes de la Cuenca del Alto Atoyac estamos expuestos de manera constante.

Segundo, es indignante, que a pesar de que hoy existen datos contundentes sobre la toxicidad generada por las emisiones industriales al agua, al suelo y al aire, la CNDH haya dado por cumplimentada las recomendaciones a las siguientes instancias: Semarnat, Profepa y Cofepris. Las acciones realizadas por estas instituciones fueron solo de carácter administrativo y sin que las actividades reportadas llevaran ni siquiera a alcanzar la principal recomendación, a saber, la elaboración e implementación de un “Programa integral de restauración ecológica o de saneamiento de la Cuenca del Atoyac”.

Ello ha generado no sólo que la contaminación se siga agudizando, teniendo graves impactos en la salud como ya se publicó por parte del Conahcyt en el Primer informe estratégico Cuenca del Alto Atoyac (Tlaxcala – Puebla): Región de Emergencia Sanitaria y Ambiental y recomendaciones para su atención integral, sino que existe una reincidencia en la violación a los derechos humanos de las personas que habitamos en la Cuenca del Alto Atoyac, entre ellos los derechos al medio ambiente sano, a la vida, a la salud, al agua ya su saneamiento.

Por otra parte, vemos luces de esperanza en el anuncio que ha hecho la actual presidenta de la República, Claudia Sheinbaum Pardo, quien, dentro de sus 100 prioridades, señaló que se limpiarán los tres ríos más contaminados de México “el Lerma Santiago, el Tula y el Atoyac”. Al respecto señalamos que, para llegar a un Plan de saneamiento integral del río Atoyac y sus afluentes, es necesario tener las siguientes consideraciones:

Se requiere formar un grupo de trabajo en el que, para su análisis y diseño, participen las comunidades afectadas, así como las y los académicos que durante años han estudiado los problemas de contaminación en la Cuenca del Alto Atoyac.

Debe tenerse en cuenta que diversas comunidades, organizaciones y personas de la academia, ya hemos establecido la forma en que queremos que sea restaurada nuestra cuenca del Alto Atoyac; ese programa se encuentra en nuestra Propuesta comunitaria para el saneamiento integral de la Cuenca Atoyac – Zahuapan y la reparación del daño a las comunidades. Como parte de ella señalamos que, “se deben establecer prioritariamente metas para la restricción y control permanente de la contaminación de las descargas de la industria instalada, ya que sus contaminantes son los precursores del daño a la salud sufrida por la población.

Asimismo, es imprescindible que se establezcan metas precisas de reducción tangible y sensible de la contaminación química y bioquímica de los ríos y sus afluentes, de cumplimiento obligatorio para todas las empresas privadas y todas las autoridades de gobierno”. También es necesario que “Se prohíba a los municipios existentes en la Cuenca, mediante instrumento jurídico correspondiente, otorgar permisos de descarga al drenaje municipal que no sean de origen doméstico”. 

Por todo lo anterior exigimos:

A las nuevas autoridades comunitarias, municipales, estatales y federales que reconocen, más allá del discurso, que la Cuenca del Alto Atoyac es una Región de Emergencia Sanitaria y Ambiental, y desde ese reconocimiento y de acuerdo a sus competencias, realicen las acciones integrales conducentes a su restauración y la atención de los impactos en la salud de las personas.

A las autoridades estatales, que deben impulsar una política de atracción de más industrias sin antes fortalecer los mecanismos para el control de la emisión de tóxicos; y que dejen de impulsar la política de construcción de plantas de tratamiento, ya que ello no servirá si las industrias siguen arrojando sus aguas tóxicas, y aun cuando se lograra la tecnología adecuada, tratarle el agua de las industrias se convertiría en un subsidio más para ellas.

A las autoridades federales, que expliquen su propuesta para limpiar el río Atoyac y que inicien un diálogo con nuestra presencia como comunidades afectadas, mediante el cual se construye un verdadero Plan de saneamiento integral para toda la Cuenca del Alto Atoyac teniendo como centro la regulación de las emisiones tóxicas de las industrias; así mismo se requiere el fortalecimiento del Plan de Salud integral para atender a las personas afectadas por las enfermedades crónicas no transmisibles.

A la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, que expliquen a las y los habitantes de la Cuenca del Alto Atoyac, las razones por las que se han dado por cumplimentadas las recomendaciones hechas a la Semarnat, Profepa y Cofepris en la recomendación CNDH 10/2017. En nuestra vida diaria no observamos que se estén respetando nuestros derechos humanos al medio ambiente sano, a la vida, a la salud, al agua, debido a ello exigimos que se dé continuidad a la recomendación CNDH/10/2017 hasta que estos derechos nos sean respetados.

Al Tribunal Colegiado del Vigésimo Octavo Circuito judicial correspondiente al estado de Tlaxcala, del Poder Judicial de la Federación, exigimos la libertad inmediata del Señor Saúl Rosales Meléndez, preso político por razones ambientales, luchador por la defensa del bosque de la Matlalcuéyetl, el agua y el territorio, habitante de la comunidad de Tlalcuapan, Tlaxcala. Acusado y sentenciado injustamente a 20 años por un crimen que no cometió.

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