Lego, la gran empresa danesa que construye cada año 60 mil millones de ladrillitos, acaba de anunciar que cambiará a la bioplástica ecológica.

Cuando en 2018 Francia prohibió la producción de platos, cubiertos y vasos de plástico, más de uno se sorprendió. Era el primer país que lo hacía y muchos se preguntaban si era posible vivir algún día sin estos artefactos que hacen más fácil la vida cotidiana.

En Italia parecía algo imposible, tomando en cuenta que en este país cada año se producen 115 mil toneladas sólo de estos tres productos y que su uso en millones de casas es considerado indispensable.

Sin embargo, la realidad del cambio climático provocado por la contaminación era algo ya insostenible. Según la Comisión Europea, más de 80 por cinento de la basura en el mar está constituida por plástico, que, a causa de una lenta descomposición, se va acumulando en los mares y playas de todo el mundo.

De acuerdo con varias investigaciones, el plástico es ingerido por especies marinas (como tortugas, focas, ballenas, aves, peces y crustáceos), lo que ha dado como resultado que el plástico también esté presente en la cadena alimentaria de los humanos.

En marzo de este año, después de muchas negociaciones y presiones por parte de la industria (que en los últimos 50 años ha tenido un crecimiento abismal, pues mientras en 1960 se producían ocho millones de toneladas al año en toda Europa, para 2015 había superado las 380 millones de toneladas), se aprobó la norma 2019/904 para prohibir, al menos, la producción de plástico de un solo uso en los 28 Estados miembros de la Unión Europea (UE).

Una carrera que ya comenzó en varios países, pues para junio de 2021 tienen la obligación de reducir la producción de plástico, comenzando por los productos monouso como popotes, limpiadores de orejas, globos y, sobre todo, platos y cubiertos de plástico, que sólo estos últimos representarían un beneficio económico de hasta 22 mil millones de euros y unos 6.6 mil millones de euros para los consumidores, además de las 3.4 toneladas de CO2 que dejarán de emitirse al año.

La directiva 2019/904 aprobada por el Parlamento Europeo prevé también que para 2025 se recicle al menos 77 por ciento de las botellas de plástico, para llegar a 90 por ciento  en 2029.

Así, muchos productores comienzan a cambiar. Por ejemplo, apenas esta semana, Lego, la gran empresa danesa que construye cada año 60 mil millones de ladrillitos, acaba de anunciar que cambiará a la bioplástica ecológica.

Lo mismo ocurre con grandes marcas de automóviles, como el grupo Jaguar Land Rover, con sede en Inglaterra, que recientemente anunció el inicio de un proyecto piloto donde algunas de sus piezas se harán a partir de plástico reciclado que hasta ahora terminan en los incineradores.

La multinacional marca de tenis Adidas, con sede en Alemania, también informó que en los dos años que lleva utilizando el plástico recuperado de los mares, ya ha confeccionado seis millones de pares de tenis.

En Italia varias ciudades y comunidades han comenzado a adelantar los trabajos de reciclaje para alcanzar las metas. Por ejemplo, la región de Toscana aprobó una ley desde mayo para prohibir desde ya el uso de plástico monouso.

Este verano, más de 900 establecimientos en toda su costa ya no usan platos, cubiertos, vasos y popotes de plástico. Lo mismo pasará en todas sus fiestas de pueblo y a partir de septiembre esto será una realidad en sus escuelas.

Para Ugo Bardi, docente de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Florencia, afirma que los retos aún son enormes.

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