Aseguran que la obra pone en riesgo a una decena de árboles que se ubican en un predio ocupado para el juego tradicional de origen italiano de las bochas.
Las tradiciones y costumbres de la comunidad de origen italiano de Chipilo están en riesgo por la ampliación de la carretera federal Puebla – Atlixco y eso ha llevado a sus pobladores a exigir a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) un proyecto ecológico e incluyente.
El pasado 16 de agosto los inconformes que forman parte de la organización “Ancora fon ora” o «aún estamos a tiempo» en véneto chipileño, entregaron a la dependencia una propuesta de la población que consideran sus necesidades y, a falta de respuesta, no descartan emprender manifestaciones en próximos días.
Por un lado, exponen, la obra pone en riesgo a una decena de árboles que se ubican en un predio que, aunque está parcialmente en el derecho de vía, se ha ocupado desde hace más de medio siglo para el juego tradicional de origen italiano de las bochas.
Asimismo, el terreno conocido como El Triángulo significa un punto de encuentro para los pobladores y de esparcimiento para los jóvenes, pues en la comunidad perteneciente al municipio de San Gregorio Atzompa no existe otra área verde similar.
A los árboles de ese terreno de uso comunitario se suman los de orilla de carretera que la SCT plantea talar como lo ha hecho desde el inicio de la obra en San Andrés Cholula y que tan sólo en Chipilo ascienden a 30 hasta ahora.
Esto, bajo el argumento de que no son especies endémicas y que las comunidades deben proponer otros espacios para reforestar, aunque en casos como el de esta comunidad, no se cuenten con terrenos para ese fin.
La obra, de acuerdo con los inconformes, también supone afectaciones a las costumbres y tradiciones de los pobladores pues se ven afectadas sus prácticas de movilidad.
Actualmente hay quienes atraviesan la carretera de un lado a otro a pie para ir a las escuelas, un cuatro por ciento de la población se traslada en bicicleta a sus trabajos y también se realizan en la vialidad actividades ganaderas que sostienen económicamente a la mayoría de los habitantes.
Como pobladores, explicó el activista Luis Berra Rosas, proponen que en casi tres kilómetros de carretera que colindan con Chipilo se consideren medidas para conservar el área verde de uso comunitario, reforestar un camellón y las orillas, contemplar banquetas y reductores de velocidad para facilitar la movilidad de los habitantes y no optar por puentes peatonales, entre otros aspectos.
«Pareciera que es capricho nuestro y que queremos que nos dejen la carretera bonita, pero no, la realidad es que estas obras repercuten en la vida del pueblo a nivel general, no sólo a nivel de la carretera», dijo.
Los avances que hasta ahora lleva la obra ya ocasionaron que el pasado 28 de junio la comunidad se uniera para cerrar la carretera con tractores, pues la SCT bloqueó uno de los accesos principales de la comunidad con muros de contención.
Aunque lograron la reapertura y desde esa fecha han tenido acercamientos con los encargados del proyecto, la información no ha sido del todo transparente y las modificaciones planteadas siguen sin considerar aspectos ecológicos y de movilidad.
En términos generales, agregó Berra, lo que ellos plantean es que la SCT se apegue a manuales de diseño urbano de la Secretaría Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU) y que se tome en cuenta que Chipilo forma parte de una zona metropolitana.