Según la última investigación, los humanos modernos proceden de una sola población que vivió en el sur de África hace unos 200 mil años.

Un nuevo hallazgo añade una pieza más al complicado rompecabezas de las historia del linaje humano. Según un equipo internacional de investigadores liderado por la genetista del Instituto Garvan de Investigaciones Médicas de Sídney, Vanessa Hayes, los humanos modernos proceden de una sola población que vivió en el sur de África hace unos 200.000 años.

La versión contradice de lleno la versión ampliamente consensuada hasta hace pocos años por la comunidad científica, según la cual el Homo sapiens procede de África oriental, concretamente del valle del río Omo, al suroeste de Etiopía, desde donde migraron hace aproximadamente 195.000 años. Una versión que, por otra parte, ya fue puesta en tela de juicio hace dos años, cuando se encontraron en el actual Marruecos fósiles de nuestro linaje datados de hace aproximadamente 300 mil años.

El estudio -un compendio de investigaciones de distintas disciplinas: genética, geología y análisis climático publicado en la revista Nature-, afirma que, «aunque algunos restos fósiles sugieren que el origen del género humano se encuentra en el este de África, el sur del continente alberga poblaciones contemporáneas que representan la primera rama del árbol filogenético humano».

La clave, el ADN mitocondrial

A mediados de la década de 1980, el bioquímico Alan Wilson, pionero en la aplicación de esta disciplina en el estudio de la evolución humana, decidió usar el ADN mitocondrial para localizar la cuna ancestral de la humanidad. Comparando las cadenas de ADN de mujeres de todo el mundo, observaron que las de ascendencia africana presentaban el doble de diversidad que sus congéneres. Dado que las mutaciones parecen producirse a un ritmo constante, los humanos modernos debieron de vivir en África el doble de tiempo que en cualquier otro sitio, una hipótesis que llevó a los genetistas modernos a considerar que todos los humanos vivos descendemos de una mujer que vivió hace aproximadamente 150 mil años en África, lo que se bautizó con el nombre de ‘Eva d‘. Los estudios de ADN habían confirmado una y otra vez que todos los pueblos del mundo descendemos de los cazadores-recolectores africanos, aunque hasta la fecha no se había localizado el punto exacto de aquél ‘Edén ancestral’.

Para despejar la incógnita, los científicos analizaron el ADN mitocondrial de las poblaciones nómadas de cazadores-recolectores que actualmente habitan en el sur de África. Esta cadena genética, contenido en las mitocondrias, es más corta que la hallada en el núcleo de las células, y se hereda únicamente de madres a hijos. «El ADN mitocondrial actúa como una cápsula del tiempo de nuestras madres ancestrales, acumulando cambios lentamente durante generaciones. La comparación del código de ADN completo, o mitogenoma, de diferentes individuos proporciona información sobre hasta qué punto están estrechamente emparentados «, sostiene Hayes.

En su estudio, la profesora y su equipo recogieron muestras de sangre para establecer un catálogo completo de los primeros mitogenomas de humanos modernos del llamado linaje «L0». Después, compararon 198 mitogenomas nuevos con la base de datos actual de la población conocida más antigua de los humanos modernos, el linaje L0 y trazaron las primeras ramas del árbol evolutivo de nuestra especie. Tras combinar todos esos datos con las distribuciones lingüísticas, culturales y geográficas de diferentes sublinajes, los autores del estudio revelaron que el primer linaje materno del humano actual surgió de una región de lo que hoy corresponde con parte de la cuenca central del río Zambeze, que incluye toda la extensión del norte de Botswana , Namibia al oeste y Zimbabue al este.

Una vasta zona de humedales

Los investigadores estudiaron las pruebas arqueológicas, los fósiles existentes y las características geológicas del terreno y llegaron a una sorprendente conclusión. El geólogo Dr. Andy Moore, de la Universidad de Rhodes, quien participó en el estudio, desveló que aquella zona albergó en su día uno de los lagos más grande de África, el Makgadikgadi. Según el experto, antes de que emergiesen los humanos modernos, el lago había empezado a drenarse debido a la acción de las placas litosféricas, lo cual habría provocado la creación de un vasto humedal, que a su vez habría dado lugar a uno de los ecosistemas más productivos para garantizar la prosperidad de la especie.

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