Existe un consenso social que está de acuerdo en que la mayoría de las mujeres tenemos algún tipo de problema en la cabeza. 

Todos y todas hemos lidiado en algún momento con una “loca”.

Así nos han percibido, nos ven y nos siguen nombrando a muchas mujeres exceptuando el romántico día de las madres, y quizá el 8 de marzo, día de la mujer, excepciones en las que la devoción farisea nos ha logrado justificar.

Existe un consenso social que está de acuerdo en que la mayoría de las mujeres tenemos algún tipo de problema en la cabeza.

Aquí es cuando ustedes dicen: pero “no todas, ni todos”. Ok, sigamos.

Hemos normalizado la locura femenina y hasta adornamos la tesis diciendo que las mujeres somos así por naturaleza divina o por una maldición hormonal. Pobrecitas de nosotras.
Si no te lees en éstas líneas, felicidades, eres parte de la excepción.

Pasemos lista y cántelo como en un juego de lotería:

La novia intensa, la compulsiva, la suegra bruja, la jefa histérica, la amargada, la madre obsesiva, la sobreportectora, la desequilibrada, la manipuladora, la enferma, la bipolar, la insensata, la celosa, la mal co…ida, la trastocada, neurótica, la exnovia loca. ¡Bingo!

Quizá lo hayas escuchado de boca de muchos hombres que hasta ahora conoces, que fueron o que hoy son tu pareja, o de otros con los que solamente tuviste un flirteo.

Seguramente tú, querida lectora, has sido o eres sin saberlo, la exnovia loca de alguien.

Ay, las mujeres. A poco no, cuánta felicidad trajimos a la vida de nuestros ex pero, ¿cómo es que pasamos de ser el motivo de sus alegrías y hasta de sus borracheras, a ser al mismo tiempo la razón de sus órdenes de restricción? Menuda casualidad.

Has sido quizá la Voldemort de sus vidas por innombrable o el “desliz de sus pasados” sin ninguna relevancia, que suena más bien a un perdónalo padre él no sabía lo que hacía.

Tal vez resultaste la terminator cuya sed de venganza va por ahí haciéndoles a los ex la vida miserable y no duermes pensando cómo sabotear sus nuevas relaciones.

¡Aja!

¿Te suena algo así?

“Es tu imaginación” “sólo estaba bromeando” “eso nunca ocurrió” “estás exagerando” “no eres una persona estable” “te gusta hacerte la víctima” “tienes problemas” “contigo no se puede hablar” “eres una mujer muy difícil” “son tus hormonas” “problemática” “no estás pensando bien” o “no seas obsesiva”.

Resulta así. Nosotras las “locas” y ellos los narcisistas víctimas de todas sus relaciones. Embelleciendo sus cualidades y vilipendiando a sus ex para lograr una imagen de semidioses.

Qué raro que sea siempre por nuestra culpa que ellos hayan quedado nuevamente solteros, tuvieran que volver a casa con sus madres, que se hayan tirado al alcohol, que ya no confían en nadie y que su corazón no tenga dueña. Nosotras quedamos “locas” y ellos tipo huérfanos sentimentales.

Están solteros y casaderos y la culpa es siempre de la ex, sí, es que recuerden que estaba loca. Pasan por víctimas de una conspiración del matriarcado dominador del mundo, ¡vaya injusticia! si ellos son buenos, pasa que la vida los trata con crueldad.

Pero, ¿en verdad las mujeres estamos locas o nos han convertido en eso? ¿acaso a casi todas las ex les picó algo enloquecieron como epidemia zombie?

Será que ellos estaban sanos y por infección se enamoran de aquellas que no sabían desquiciadas?

¿Sí estamos locas o los engaños, la violencia y la manipulación de esos hijos sanos del patriarcado nos volvieron así?

¿Si es locura, alucinación o comportamientos racionalmente naturales?

Culturalmente las mujeres, hemos sido construidas sobre los pilares del amor romántico, creyendo sobre princesas en pos su príncipe azul.

Idealizando el amor, la permanencia involuntaria y para siempre y fraccionando mal las naranjas creyendo que una mitad y otra mitad hacen un entero también en términos afectivos.

Entonces, si los ex tildan de “loca” a su ex media naranja podría decir aún más que un “ya la perdimos”. Y es que quizá esa ex loca, en algún tiempo no estaba loca. O porqué en algún momento el “cuerdo” se presumía muy feliz con la has se volvió “loca”. Es rebuscado.

Las llaman locas pero de lo que no hablan es el entramado que les tejieron para hacerlas pasar por locas. No hablan de las mentiras, de la manipulación, de los círculos de violencia a los que sometían a esas “ex”.
No cuentan que por mucho tiempo las mantuvieron en aquella torre mientras tenían otros ligues. No hablan de que ellas quisieron salir de tu relación tóxica e influiste con perdones y promesas para mantenerlas contigo. No hablan de su falta de responsabilidad afectiva, de su toxicidad no se sabe nunca.

A veces el amor no muere por causas naturales, muere por asesinato y no hay una sola mujer que no comprenda que su enojo es abiertamente denigrado.

Las mujeres experimentamos la discriminación de formas distintas y compartimos la experiencia de que al mostrar nuestro enfado se nos diga locas, irracionales o se nos piense como poseídas antes de una explicación.

A un hombre no se le juzga de la misma manera por estar furioso; ella, si pierde los estribos, será tildada de histérica o amargada.

A las mujeres, por lo general, no nos enseñan a reconocer o manejar nuestra cólera tanto como a temerla, ignorarla, esconderla o transformarla. La ira ayuda a proteger la dignidad, es esencial para que quien comete la ofensa cargue con su responsabilidad.

Cuentan que ella era “loca”, problemática y llorona, pero no cuentan cómo las tundieron psicológicamente. No cuentan que mintieron y que esas “locas” los descubrieron.

No cuentan sobre su violencia, sobre las humillaciones, los abusos y agresiones hacia esas que un día fueron “adorables y cuerdas” pero hoy, como en una invasión zombie se volvieron “locas”.

Desacreditar un argumento femenino siempre servirá para no dar una mala imagen delante de una nueva conquista. Eso sería para ellos, como ponerse una señal de intermitencia sobre la cabeza con la palabra ¡corre fulanita corre!, y lo saben.

Cada época tiene una palabra para desautorizar la opinión de una mujer. En el siglo XIX, se llamaba “histeria” a cualquier tipo de pensamiento independiente femenino, como si el mero hecho de tener opiniones o puntos de vista autónomos se considerara peligroso no sólo para su integridad moral y espiritual, sino también la física.

De pronto me vienen a la mente un montón de “viejas locas”, qué tal Juana la Loca.

¿De verdad estaba Juana I de Castilla tan loca? o sólo fue un término acuñado por una sociedad machista, retrógrada dominada por hombres donde los intereses políticos pesaban más que otra cosa? Ningún machista de su familia la quería pululando por ahí, más valía encerrada, 40 años pasó así: bonita pero calladita.

Así algunas ex, encerradas en su mote: «locas», desapareciendo de nosotras mismas, a discreción, sin darnos cuenta.

Luz de gas, el llamado ‘gaslighting’ un mecanismo de violencia psicológica con el que el abusador altera la percepción de la realidad de la víctima, haciéndole dudar de su memoria, su percepción o su cordura.
Ojo aquí.

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