A cambio de participar en el ensayo clínico, los voluntarios recibirán 4.000 dólares.
Más de 20.000 voluntarios se han mostrado interesados en participar en unos experimentos del grupo de investigación clínica hVIVO en Londres para ayudar a desarrollar una vacuna contra el nuevo coronavirus, reporta The Wall Street Journal.
hVIVO eligirá a hasta 24 participantes a los que se infectará con cepas conocidas de coronavirus parecidos y a cambio les pagará una cuota de 3.500 libras esterlinas (unos 4.000 dólares al cambio actual). Permanecerán en cuarentena en un laboratorio especial durante dos semanas, hasta que dejen de ser contagiosos, mientras, los médicos monitorearán su estado de salud y buscarán pistas para desarrollar lo que podría ser la primera vacuna del mundo contra el nuevo coronavirus.
A diferencia de los fármacos, cuya eficacia es estimada por sus efectos en las personas que ya tienen cierta enfermedad, las vacunas experimentales se administran a personas sanas que luego se ven expuestas al microorganismo nocivo.
Después de meses o años de observación los científicos pueden considerar su invento como exitoso si aquellas personas no se contagiaron tras la inyección. Este tipo de experimentos por lo general se llevan a cabo para crear vacunas contra la gripe, resfriados u otras enfermedades respiratorias.
Normalmente las vacunas experimentales son probadas en miles de personas que residen en zonas de contagio, aunque también es común que estos estudios involucren a unas decenas de voluntarios que son vigilados por los médicos por si presentan síntomas de la enfermedad tras ser infectados.
De esta manera los investigadores pueden decidir si merece la pena seguir con el desarrollo de la vacuna probada o si es mejor buscar otro remedio. No hay cura contra ningún coronavirus Sin embargo, a día de hoy no existe ninguna vacuna contra los coronavirus humanos.
La comunidad científica no ha logrado ofrecer ni vacunas, ni medicamentos eficaces que erradiquen los virus del organismo ni muestren más que efectos positivos limitados, incluso después de las epidemias del síndrome respiratorio agudo grave, o la neumonía atípica, causada por SARS-CoV y el mortífero síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS, por sus siglas en inglés). En el caso de la neumonía atípica por el coronavirus SARS-CoV, los inhibidores de la proteasa lopinavir y ritonavir mostraron cierta actividad antiviral y el interferón alfa y beta también ofreció algunos efectos positivos, aunque los datos sobre su eficacia son limitados.
Las principales incógnitas en el caso de cualquier tipo de coronavirus humano son las siguientes: ¿Las personas recuperadas de la infección desarrollan inmunidad que las protegería del mismo patógeno en el futuro? ¿Cuánto tiempo dura su inmunidad en el caso de que la desarrollen? ¿Qué tipo de respuesta inmune deberían buscar los médicos que tratan de crear una vacuna? ¿Cuán segura será para los humanos la vacuna experimental desarrollada?