A todos les valió madre la alerta sanitaria por Covid-19 y abarrotaron los mercados de pescados y mariscos de todo el país para llevar a sus mesas deliciosas viandas.

¿Usted cree que Jesucristo murió en la cruz para salvarlo de sus pecados y así alcanzar la gloria eterna? Si su respuesta es sí, usted es un católico de hueso colorado e hizo la Cuaresma al pie de la letra.

Por supuesto este Viernes Santo no comió carne roja para honrar a Jesús, el hijo de Dios, que pasó 40 días de ayuno en el desierto para después ser crucificado, y así usted fiel creyente, se vaya derechito al cielo con todo con todo y guaraches.

La carne roja de acuerdo al credo cristiano, es la incitadora al placer y a la lujuria por provenir de animales de tierra, de sangre caliente; y por ello debe ser sustituida por carne blanca, de animales del aguda, de sangre fría.

Todo buen católico conoce los preceptos de la Cuaresma y por ello cada Viernes Santo se aglutinan en los mercados de mariscos para seguir su devoción y comer pescado de sierra empanizado, camarones al ajillo, caldo de mariscos, y un sinfín de platillos nada modestos, que regularmente acompañan con una copita.

Gran sacrificio el de la Cuaresma, ¿no lo cree?, ¿me va a negar que no ha disfrutado de estos manjares de Viernes Santo ya sea en su casa o en un restaurante? No mienta, acuérdese que es pecado y aún no llegamos al Domingo de Resurrección.

Bueno pero este Viernes Santo del 2020, en el que atravesamos por una de las crisis mundiales más funestas de todos los tiempos por la emergencia sanitaria de Covid-19, ¿cree que era necesarias las hordas en los mercados para cumplir con la cuaresma?

Creo firmemente que no, y que fue una irresponsabilidad Nivel Dios crucificar la salud de todos.

Y si la respuesta fue: no, a la pregunta ¿usted cree que Jesucristo murió en la cruz para salvarlo de sus pecados y así alcanzar la gloria eterna?, ¿por qué se unió a los miles de católicos que tanto critica y que se aglomeraron comprando productos del mar?

Y no me sonroja decirlo: A todos les valió madre la alerta sanitaria por Covid-19 y abarrotaron los mercados de pescados y mariscos de todo el país para llevar a sus mesas deliciosas viandas.

Los medios de comunicación mostraron fotografías del Mercado 5 de Mayo de la ciudad de Puebla, con una marea de personas, que pagaron los elevados precios de temporada de productos como mojarra, sierra, bagre, salmón, atún, camarones, jaiba, lenguado y almejas.

La misma imagen se repitió en la Ciudad de México en la Central de Abasto en la zona de pescados y mariscos llamada “La Nueva Viga”, el segundo mercado de pescado más grande del mundo, solo por detrás del “Tsukiji” de Tokio, Japón.

En este mercado nacional, que tiene más de 260 almacenes, se encuentra desde la más modesta mojarra hasta el más exótico tiburón martillo, por lo que acuden no solo los capitalinos, sino compradores de toda la zona metropolitana.

Y como México es un país bien católico, los santos tumultos de Viernes Santo también se vivieron en los mercados de San Luis Mextepec en Zinacantepec, en el Estado de México; en Pino Suarez y Tamulté en Villahermosa, Tabasco; en Santa Fe, Poza Rica y Plaza del Mar en Veracruz; el Mercado del Mar, en Zapopan, Jalisco; entre otros.

En Monterrey, Nuevo León, la capital mundial de la carne asada, Telediario contó como los regios hicieron filas hasta de 40 minutos para que les despacharan productos del mar.

En algunas fotografías los comerciantes portan cubrebocas y guantes, y los textos dan cuenta de los procesos de sanitización de los mercados. En otras imágenes y notas periodísticas se observa que se comercializó el producto del mar sin ninguna medida de prevención ante el Covid-19.

Fui testigo en el mercado Independencia, ubicado al sur de la ciudad de Puebla, del esfuerzo de los comerciantes y autoridades municipales, por cumplir al pie de la letra las medidas sanitarias con la colocación de letreros para preservar la sana distancia, de la marcación de cruces en el piso que indicaban el metro y medio de margen entre cliente y cliente en las pescaderías, y de la instalación de módulos con gel antibacterial.

Pero también observé la incredulidad, irresponsabilidad e inconsciencia de padres y madres de familia que caminaban de la mano de sus hijos como si se tratara de un paseo, de grupos de amigos que compraban provisiones para hacer reuniones en sus casas y de personas de la tercera edad que no tienen quien les haga sus compras o que simplemente piensan que están más allá del bien que del mal.

Y ahora cuénteme, ¿cuál es su mejor receta de cuaresma?, ¿cómo cocinó su pescadito que compró en el mercado? ¡No me diga! En caldo. Sí claro, en un caldo sazonado con un poco de cornoavirus, total está de moda. ¡Delicioso!,¿Verdad?

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