Gran parte de la maternidad en México no es realmente deseada, por lo que ha tenido que ser idealizada.
Parte del machismo se basa en los servicios que se esperan de las mujeres, del poder que se atribuyen sobre nuestras vidas, el disponer de nuestros tiempos y nuestros cuerpos para los demás y para su beneficio; la maternidad es una forma en la que se normalizan estos servicios y también las violencias contra las mujeres, empezando por la sexual, pues hasta hace muy pocos años la violación dentro del matrimonio o concubinato no era delito, sino “ejercicio indebido de un derecho”; resultado de esto, existen generaciones de maternidades obligadas, mujeres que han tenido que aceptar llevar a término un embarazo, tras otro como parte del trato matrimonial y presión social, por lo que gran parte de la maternidad en México no es realmente deseada, por lo que ha tenido que ser idealizada.
El día de la madre responde como reacción a un movimiento feminista que llevaba años gestándose en Yucatán, en estos movimientos se apoyaba la maternidad como opción y no como obligación, en una época en la que algunas instituciones daban premios a la madre que tuviera más hijos y se exaltaba la maternidad como obligación de todas las mujeres.
Actualmente, la maternidad sigue siendo normalizada como una parte de las mujeres en su ciclo vital, que sin importar la edad, las mujeres debemos aceptarlo y, además, responder a ciertos estándares de ser “buena madre”, de lo contrario existen castigos sociales, existe una gran invisibilización de la diversidad en la que se vive el maternaje, cosa que han colocado sobre la mesa las feministas para que las mujeres tengamos la posibilidad de decidir si queremos o no ser madres; sin embargo, muchas niñas, adolescentes y mujeres no tienen ninguna posibilidad de elección ante estos mandatos e instituciones machistas, que exaltan la maternidad, penalizan el aborto y son omisas ante la violencia y los riesgos para las vidas de las mujeres. México ocupa el primer lugar por violación a niñas y adolescentes, resultando en embarazos no deseados, hablar sólo de embarazos infantiles y adolescentes es seguir responsabilizando a las mujeres de algo que ellas no han planeado; en 2016 Planned Parenthood Global, GIRE y Amnistía Internacional lanzaron la campaña Niñas no Madres, a favor de los derechos de las niñas latinoamericanas, demandando a los Estados la protección de la salud y la vida de las niñas.
La postura del presidente de la república sobre la “fraternidad familiar” y la invisibilización de la violencia que en este espacio se ejerce en contra de las mujeres y niñas principalmente, abona a la violencia sexual y feminicida, las instituciones encargadas de prevenir, atender y sancionar la violencia mantienen prácticas de obstaculización y omisión, incluso de reproducción de estereotipos, idealizando la idea de la familia, donde un alto porcentaje de violencia se ejerce en este espacio, ya que la familia es una estructura de poder y basada en jerarquías y obediencia, otorgando al hombres un poder sobre la vida de cada integrante. En esta estructura se han normalizado relaciones violentas, donde las decisiones son tomadas por los hombres o las personas adultas, la maternidad termina siendo una de estas decisiones.
En un país donde se asesinan al menos a 10 mujeres al día como una expresión de la misoginia y en contraste se le dedica un día a miles de mujeres que son madres, resulta una fuerte doble moral de lo que representamos las mujeres en México, donde prevalecen prácticas machistas en las instituciones, la impunidad, la violencia feminicida, la negativa constante a la aplicación adecuada de la normatividad, agravado ahora por una pandemia con la que justifican la falta de personal especializado y procesos adecuados, enviando a las mujeres a instancias de justicia alternativa intentado que las denuncias por violencia familiar se solucionen por la vía de la conciliación y pasando por alto la necesidad de órdenes de protección. En efecto, estas prácticas han sido permanentes en nuestro estado; sin embargo, ante este contexto, se encrudece la violencia institucional, deja en mayor vulnerabilidad a quienes buscan protección, a miles de mujeres en que lo último que piensan en recibir una felicitación por ser madres cuando sus hijas y sus hijos también son víctimas de estas violencias.
Este día de las madres, organizaciones de sociedad civil y activistas invitaron a mirar las maternidades que se viven en un país que desaparece a sus hijos e hijas, que minimiza los asesinatos de las mujeres negando la aplicación adecuada del tipo penal del feminicidio para acceder a la justicia y que deja en desamparo a estas niñas y niños, a mirar que hay madres que llevan años buscando a sus hijas e hijos porque el Estado no da respuestas; a mirar a las mujeres que ejercen su maternidad de manera independiente y enfrentan grandes complicaciones para conciliar la vida laboral y familiar.
No existen buenas o malas madres, existen mujeres que ejercen maternajes diversos, en un México que no responde a las necesidades que enfrentamos las mujeres, que no cumple con el mínimo para hacer frente a las desigualdades y violencias desde una política de Estado, pero que envía mensajes de felicitación y comparte recetas para una convivencia familiar feliz en este confinamiento que sólo ha demostrado la misoginia y machismo que perdura en los hogares de nuestro país.