Los dos murales que conserva la casa-museo fueron elaborados por tlacuilos indígenas, principalmente de la mixteca oaxaqueña
Aunque se ubica a solo unos pasos de la Catedral de Puebla, construcción con la que se encuentra hermanada en más de un sentido, la Casa del Deán es poco visitada. Incluso, muchos de quienes –antes de la actual contingencia sanitaria– accedían a esta casa-museo, resguardada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), manifestaban insatisfacción por solo contemplar dos murales dentro de ella, ignorando la historia de mestizaje que guarda cada uno de sus trazos.
No obstante, la construcción del siglo XVI es una de las más emblemáticas de la capital poblana, ya que fue el más importante ensayo arquitectónico para la posterior edificación de la catedral de la Puebla de los Ángeles. En tanto, el par de obras, tituladas La cabalgata de las Sibilas y Los triunfos de Petrarca, bien podrían ser “la Capilla Sixtina del Nuevo Mundo”.
Este último calificativo fue dado a ambos murales, los únicos dos ejemplos de pintura mural al temple que Puebla conserva en edificios civiles del siglo XVI, por un panel de investigadores convocados, vía remota, por el Museo Regional de Puebla (Murep) para dar inicio al ciclo de conferencias “Diálogos del Deán”.
Como parte de la campaña “Contigo en la Distancia”, de la Secretaría de Cultura, este ciclo se llevará a cabo los jueves de las semanas entrantes, a las 17:00 horas, a través de la página de Facebook del Murep, y se centrará en la difusión de los aspectos históricos, iconográficos, estilísticos y de restauración, entre otros, que yacen tras los murales y la arquitectura de la antigua edificación.
La actividad académica, también tiene el objetivo de renovar aspectos como la imagen-gráfica de la casa-museo –rediseñada por Enrique Méndez, practicante en el Murep, la cual fue dada a conocer en la ponencia inaugural del ciclo– y, en general, la visita del espacio cultural, de modo que cuando se reabra tras la pausa marcada por la pandemia de COVID-19, el público tenga una lectura polisémica más rica del sitio patrimonial.
Como primer punto, el etnomusicólogo Gustavo Mauleón Rodríguez, los historiadores Raúl Nivón Ramírez y Lilia Gómez García, así como el historiador del arte, Antonio Molero, señalaron que la palabra ‘deán’ alude al cargo otorgado al sacerdote que preside un determinado cabildo catedralicio, el poblano en este caso.
Así, añadieron, el deán que supervisó la edificación de la que sería su residencia, fue Tomás de la Plaza Goes (1519-1587), extremeño nacido en el pueblo Trujillo, quien tras sus estudios en la Universidad de Salamanca, llegó a la Nueva España para sumarse a la evangelización de los indígenas, principalmente en territorios de los actuales estados de Oaxaca, Tlaxcala y Puebla.
Lilia Gómez, académica de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) y Antonio Molero, especialista en arquitectura y arte colonial, reconocieron a De la Plaza como un doble erudito, porque abrevó del bagaje cultural de Salamanca y, al ser uno de los primeros religiosos llegados a Oaxaca a mediados del siglo XVI, atestiguó mucha de la riqueza cultural de los pueblos mixtecos, cuyo idioma aprendió.
Lo anterior, dijeron, se ve reflejado en los dos murales de la Casa del Deán, los cuales fueron pintados por tlacuilos mixtecos, tlaxcaltecas y cholultecos, que Tomás de la Plaza llevó a Puebla para trabajar en ese proyecto específico.
La impronta de aquellos escribas, añadieron Raúl Nivón, titular del Murep, y Gustavo Mauleón, puede apreciarse en las imágenes de vegetales, águilas y serpientes que, si bien siguen una narrativa orientada al catolicismo, todavía conservan los rasgos estilísticos propios de la tradición prehispánica.
El grupo de investigadores coincidió en que la Casa del Deán es un ejemplo de cómo indígenas y españoles se sumaron a un mismo proyecto con rangos que, en ocasiones, eran iguales: maestros en pintura o cantería, por ejemplo. “Lo que nos ayuda a ver un virreinato más matizado en cuanto a su composición social”, comentó Lilia Gómez.
Los panelistas concluyeron que será durante las próximas sesiones de los “Diálogos del Deán”, cuando profundicen en la simbología de los murales y en la arquitectura renacentista de la Casa del Deán.
Como último apunte Antonio Molero, comentó que, a sabiendas de que el inmueble fue diseñado por el arquitecto extremeño Francisco Becerra, quien también fue comisionado –gracias a la intercesión de su paisano Tomás de la Plaza– para edificar la Catedral de Puebla, la portada de la Casa del Deán fue “un laboratorio” previo a la catedral, ya que en esta “se pueden ver muchas de las formas, líneas y trazos” que inicialmente se aplicaron en la residencia de Tomás de la Plaza.
“Puebla tiene dos hitos arquitectónicos: su catedral y la Casa del Deán”, concluyó el historiador del arte.