La mayor reducción tuvo lugar en los países de ingresos medianos bajos, en los que la pérdida de ingresos provenientes del trabajo alcanzó el 15,1%.
La pandemia de la COVID-19 ha provocado una gran pérdida de horas de trabajo en todo el mundo, que ha dado lugar a su vez a una «drástica» reducción de los ingresos provenientes del trabajo de los trabajadores, según señala la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en su reciente análisis de los efectos de la pandemia en el mundo del trabajo.
Los ingresos provenientes del trabajo a escala mundial han disminuido alrededor de un 10,7%, a saber, 3,5 billones de dólares de EE.UU., en los tres primeros trimestres de 2020, con respecto al mismo período de 2019. Esa cifra no incluye los efectos de las medidas adoptadas por los gobiernos para sustentar el nivel de ingresos.
La mayor reducción tuvo lugar en los países de ingresos medianos bajos, en los que la pérdida de ingresos provenientes del trabajo alcanzó el 15,1%; América, en la que se registró una pérdida del 12,1%, fue la región más afectada.
Según se desprende de los resultados del análisis que figura en el Observatorio de la OIT: La COVID‑19 y el mundo del trabajo. Sexta edición , la pérdida de horas de trabajo a escala mundial en los primeros nueve meses de 2020 ha sido «sustancialmente mayor» que la prevista en la edición anterior de dicho Observatorio (publicada el 30 de junio).
Por ejemplo, la revisión de las estimaciones sobre pérdida de horas de trabajo a escala mundial para el segundo trimestre (T2) de este año (con respecto al cuarto trimestre de 2019) arroja una pérdida del 17,3%, equivalente a 495 millones de empleos a tiempo completo (para una semana laboral de 48 horas), frente a la anterior estimación del 14%, o 400 millones de empleos a tiempo completo. Para el tercer trimestre de 2020 se prevé una pérdida de horas de trabajo a escala mundial del 12,1% (345 millones de empleos a tiempo completo).
Las previsiones para el cuarto trimestre ponen de manifiesto una situación mucho más desfavorable que la estimada al publicarse la última versión del Observatorio de la OIT . Con arreglo al caso hipotético de referencia establecido por la OIT, cabe prever que la pérdida de horas de trabajo a escala mundial sea del 8,6% en el cuarto trimestre de 2020 (con respecto al cuarto trimestre de 2019), lo que corresponde a 245 millones de empleos a tiempo completo. Ello constituye un aumento del 4,9 por ciento, a saber, 140 millones de empleos a tiempo completo, con respecto a la anterior estimación de la OIT.
Uno de los motivos a los que obedece esa revisión al alza en la estimación de la pérdida de horas de trabajo es que los trabajadores de las economías en desarrollo y emergentes, en particular en el sector informal, se han visto mucho más afectados que en crisis anteriores, como se refleja en el Observatorio.
En el informe se señala asimismo que la disminución del empleo es atribuible en mayor medida al grado de inactividad que al nivel de desempleo, lo que conlleva amplias consecuencias en materia de adopción de políticas.
Pese a que muchas medidas restrictivas en relación con el cierre de lugares de trabajo se aplican actualmente de forma más laxa, siguen existiendo amplias diferencias al respecto en función de la región de que se trate. El 94% de los trabajadores residen en países en los que se sigue aplicando algún tipo de restricción que afecta a los lugares de trabajo, y el 32% en países en los que se ha establecido el cierre de todos los lugares de trabajo, salvo los esenciales.
Disparidad en materia de incentivos fiscales
En la 6.a edición del Observatorio de la OIT se examina asimismo la eficacia de las medidas de incentivo fiscal encaminadas a mitigar los efectos adversos de la pandemia en el mercado laboral.
En los países para los que se disponen de datos pertinentes relativos al segundo trimestre de 2020, cabe establecer una clara correlación al respecto, en virtud de la cual se constata que cuanto mayor es el alcance de las medidas de incentivo fiscal (como porcentaje del PIB), menor es la pérdida de horas de trabajo registrada. En relación con el período anteriormente citado, una intensificación del 1% de las medidas de incentivo fiscal con respecto al PIB anual habría contribuido a mitigar aún más, en un 0,8%, la pérdida de horas de trabajo.
No obstante, pese a que las medidas de incentivo fiscal han constituido una ayuda fundamental para fomentar la actividad económica y mitigar la pérdida de horas de trabajo, su aplicación se ha concentrado en países de altos ingresos, habida cuenta de la limitación de recursos de los países emergentes y en desarrollo para financiar esas medidas.
Con objeto de que los países en desarrollo alcancen la misma relación que existe en los países de ingresos altos entre el valor resultante de la aplicación de medidas de incentivo fiscal y el asociado a la pérdida de horas de trabajo, los primeros tendrían que invertir 982.000 millones de dólares suplementarios (45.000 millones de dólares, en el caso de los países de ingresos bajos, y 937.000 millones de dólares, en el caso de los países de ingresos medianos bajos). La brecha en materia de incentivo fiscal en los países de bajos ingresos es inferior al 1% del valor total resultante de la aplicación de las medidas de incentivo fiscal anunciadas por los países de altos ingresos.
Esa amplia «brecha en materia de incentivos fiscales» tiene efectos aún más adversos si se tienen en cuenta los deficientes programas de protección social de muchos países en desarrollo. Por otro lado, varios de esos países han tenido que reasignar partidas presupuestarias de gasto público, en detrimento de otros fines, a fin de mitigar los efectos de la crisis en el mercado laboral.
«Al tiempo que redoblamos esfuerzos para vencer al virus, debemos adoptar medidas a escala lo antes posible para paliar sus efectos en los planos económico, social y laboral. En particular, fomentar el empleo y la actividad empresarial y garantizar los ingresos», señaló Guy Ryder, Director General de la OIT.
«Habida cuenta de la celebración en Nueva York de la Asamblea General de las Naciones Unidas, cabe subrayar la imperiosa necesidad de que la comunidad internacional formule una estrategia a escala mundial encaminada a facilitar la recuperación a través del diálogo, la cooperación y la solidaridad. Ningún grupo o país, ni ninguna región, podrá superar esta crisis por sus propios medios», concluyó el Sr. Ryder.