Los aguacates consumen cuatro veces más agua que los tradicionales cultivos de naranjas del Algarve.

Como muchos británicos afincados en Portugal, Richard Alan se mudó a la soleada región del Algarve para disfrutar de su jubilación. Compró una quinta, se casó con el amor de su vida y comenzó a cultivar un huerto. Fue entonces cuando empezó a quedarse sin agua.

Él, igual que varios ecologistas, achacan al auge de la producción de aguacate de los últimos años la absorción de un agua de por sí escasa, en una zona en la que el cambio climático ha agravado las condiciones de sequía.

Los aguacates consumen cuatro veces más agua que los tradicionales cultivos de naranjas del Algarve. Las plantaciones de este fruto cubren unas 1.600 hectáreas, casi el doble de la superficie que ocupaban en 2018.

No muy lejos de la granja de Alan, en la apacible aldea de Barão de São João, 200 hectáreas de campos de aguacates absorben entre 3,5 y 4,1 millones de litros de agua al día, dependiendo de la temporada.

“Estoy seguro de que lo que antiguamente eran depósitos de agua subterránea ahora son absorbidos por los aguacates o se evaporan”, dijo Alan, de 74 años de edad, que recoge el agua de lluvia de su tejado en las raras ocasiones en que llueve.

Su pozo está casi seco y el paisaje alrededor de su propiedad está reseco.

“La gente vive en esta zona (…) porque quiere estar en contacto con la naturaleza”, dijo. “Si quitas el agua, no hay naturaleza”.

A unos 16 km de distancia, una de las principales presas de la región, Bravura, está al 18% de su capacidad, el nivel más bajo de todo Portugal. La comisión de seguimiento de la sequía dijo en un informe reciente que las presas del Algarve sólo tienen agua suficiente para durar hasta el final del año.

“Vamos a tener un desastre, esto es evidente”, dijo Mónica Viana, presidenta del grupo ecologista antimonocultivo Regenerarte. “El cambio climático está muy presente, se habla de ello en todo el mundo, y nosotros en el Algarve no somos una excepción.”

Personas como Viana argumentan que los productores deberían optar por cultivos de la zona como el olivo, el algarrobo o el alcornoque.

“El día en que el aguacate deje de tener el precio en el mercado que tiene ahora, esas propiedades acabarán por ser abandonadas, pero los impactos se quedarán aquí”, dijo el abogado ambientalista Rui Amores.

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