El 44% de las mujeres encuestadas han notado que aumentaban los ataques de angustia y de ansiedad, frente al 25% de los hombres, tras el confinamiento.

La incidencia de la COVID-19 está siendo más alta en las mujeres que en los hombres. Las mujeres son las que más se están infectando, tienen una mayor susceptibilidad de contagio, pero en cambio están superando en más casos la enfermedad, aunque con secuelas en muchas ocasiones.

Así lo asegura en una entrevista con Infosalus la médico especialista en Endocrinología, y en Medicina con perspectiva de género, Carme Valls Llobet, que acaba de publicar ‘Mujeres invisibles para la Medicina’ (Capitán Swing), un libro fruto de sus más de 30 años trabajando por una mayor visibilidad de las mujeres en el campo de la Medicina.

En concreto, Valls Llobet dirige el programa ‘Mujer, salud, y calidad de vida’ en el Centro de Análisis y Programas sanitarios (CAPS), una ONG cuyo trabajo se centra en poner en evidencia las diferencias de género que persisten a día de hoy en la salud y en los servicios sanitarios. Según recuerda, un estudio pionero en la materia liderado por la Universidad del País Vasco, en colaboración con otras 5 instituciones universitarias más como la UNED o la Universidad de Elche o de Granada, alerta de que las mujeres están sufriendo más episodios de ansiedad y de estrés, que los hombres en esta pandemia.

En concreto, cita que el 44% de las mujeres encuestadas han notado que aumentaban los ataques de angustia y de ansiedad, frente al 25% de los hombres, tras el confinamiento; al mismo tiempo que durante los meses de ‘encierro’ aumentó más el consumo de tabaco y de psicofármacos entre las féminas.

Asimismo, este estudio científico ponía de relevancia que las mujeres encuestadas han tenido más problemas (37%) que los hombres (26%) a la hora de desconectar de sus preocupaciones, a la vez que ha constatado que las mujeres han experimentado más sentimientos de culpa, cambios de humor y más problemas de insomnio, entre otros.

LA INCIDENCIA DE LA COVID, SUPERIOR EN MUJERES

Por otro lado, Carme Valls recalca que, según las estadísticas epidemiológicas del Ministerio de Sanidad, que desde el inicio de la pandemia han diferenciado por sexo la incidencia de la COVID-19, ésta es más alta en las mujeres que entre los hombres, cuando se habla de infectados. «Luego, la mortalidad es superior en los varones a partir de los 80, y bastante equilibrada entre sexos entre los 30 y los 80 años», subraya.

Eso sí, las secuelas de la epidemia «sí que son claramente diferentes», según resalta, incluso en mujeres que no han sido infectadas, por el hecho de que el confinamiento ha cargado sobre la espalda de éstas, que son las vertebradoras de la casa, todos los papeles, y además encerrados y con teletrabajo.

«Las madres están siendo las maestras de sus hijos, deben realizar una limpieza más exhausta al estar más en casa, se incrementan por tanto las tareas de la casa. Esto ha repercutido también en la salud mental de las mujeres, sobre todo por una mayor ansiedad y angustia, a las que habría que sumar la incertidumbre que reina en la humanidad estos días; y todo lo que ha supuesto esta situación para las carreras profesionales. La mujer sale más perjudicada frente a la COVID19«, lamenta la doctora Valls.

Sobre las secuelas físicas de la COVID-19, la doctora Valls Llobet apunta que tiene la impresión de que hay algunas que son más frecuentes entre las mujeres, y similares a otras que suceden tras la infección de algunos virus, como el síndrome de fatiga crónica: «Hay virus que ya lo hacen, como la mononucleosis o el de Epstein- Barr, cuyas secuelas tras superar la infección son el cansancio. En el caso concreto de la COVID-19 también los síntomas respiratorios; aparte de implicaciones musculares y cognitivas, como la pérdida de memoria, o de capacidad de concentración».

Por otro lado, recuerda que, hasta la fecha, se cree que el virus parece ser más letal en los hombres. Según la doctora Valls, habría una explicación para ello, una razón biológica y propia de la condición de mujer: «La vía de entrada en el cuerpo del virus SARS-CoV-2 se produce a través de un receptor de las células, la enzima convertidora de angiotensina (ECA), que está más extendida en el cuerpo de las mujeres que en el de los hombres».

Ahora bien, dice que estos receptores de la ECA pueden ser inflamatorios o desinflamatorios o protectores. «El virus se acopla a las células en un punto, en los receptores de ECA, que están más extendidos en la mujer que en el hombre. La mujer puede tener más infección pero luego la repercusión de la enfermedad ser diferente por esa protección biológica, y en las mujeres puede ser menos frecuente el padecer una neumonía doble y por tanto necesitar de los cuidados de una UCI».

«Como todo, se está estudiando, pero ya hay hipótesis de trabajo que se irán confirmando pero que concluyen que, a igualdad de ingreso en hospitales, la mujer desarrolla menos neumonías, y en concreto menos neumonía doble, y por tanto, necesidad de entrar en las UCI», apostilla la especialista en Medicina de género.

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