Investigadores desarrollaron un modelo matemático que reproduce la propagación del SARS-CoV-2 para determinar sus futuras transformaciones e impactos en la salud pública.
La humanidad experimenta actualmente el despliegue de diversas vacunas contra COVID-19, un despliegue tan impresionante, pero igualmente tan desigual con respecto a países ricos y pobres. En algunas naciones, los ánimos son optimistas en torno a la esperanza de vencer la programación del coronavirus, pero en otras partes del mundo, parece un sueño lejano.
«Actualmente nos enfrentamos a la cuestión de cómo puede cambiar la gravedad de CoV-2 en los próximos años», se lee en el estudio Immunological characteristics govern the transition of COVID-19 to endemicity, publicado en la revista Science, cuyos autores señalan que en menos de 10 años, el COVID-19 será tan solo un resfriado con síntomas más notorios en los niños.
Los investigadores desarrollaron un modelo matemático que reproduce la propagación del SARS-CoV-2. “Nuestro modelo sugiere que esta transformación tardará entre uno y 10 años”, dijo a El País Jennie Lavine, investigadora de la Universidad Emory y primera autora del estudio.
«Nuestro análisis de datos inmunológicos y epidemiológicos sobre coronavirus humanos endémicos (HCoV) muestra que la inmunidad que bloquea la infección disminuye rápidamente, pero la inmunidad que reduce la enfermedad es duradera», dicta el resumen de la publicación. A partir del análisis del estado actual de las cepas, su gravedad y la naturaleza benigna de los coronavirus, «una vez que se alcanza la fase endémica (afectación habitual en una región o con repetición frecuente) y la exposición primaria es en la infancia, CoV-2 puede no ser más virulento que el resfriado común».
El plazo exacto de la transformación del virus dependerá, agregó Lavine, a la rapidez de la propagación y la velocidad de vacunación.
Igualmente, influirán otros factores como: la duración de la inmunidad tras contraer COVID grave después de haberse infectado o haber recibido la vacuna.
Sobre la aparición de nuevas variantes, tal es el caso de la del Reino Unido, es un cambio de ruta que puede mejorar las cosas, según le señaló Lavine a El País, ya que una variante de este tipo bajará la mortalidad y reforzaría la inmunidad de las personas, y mantendría al sistema inmune “actualizado” ante otras posibles variantes.
La situación podría volverse más crítica si apareciera una mutación que causara un COVID más grave, lo que generaría un mayor riesgo para todos los no vacunados. Si el SARS-CoV-2 guarda tanta similitud con el SARS (2001) y el MERS (2021) , cuando la mayoría de la población esté vacunada, el virus no podrá seguir causando enfermedad grave, pues las vacunas lo impedirán.
Los resultados de este estudio, apunta los investigadores, «refuerzan la importancia de la contención del comportamiento durante el lanzamiento de la vacuna pandémica, al tiempo que nos impulsan a evaluar escenarios para continuar la vacunación en la fase endémica». Este viernes, la cifra mundial de muertos por el coronavirus superó los 2 millones, cruzando el umbral en medio de un despliegue de vacunas.
La impactante cifra se alcanzó poco más de un año después de que se detectara por primera vez el coronavirus en la ciudad china de Wuhan, y se cree que el número real de víctimas es significativamente mayor, en parte debido a las pruebas inadecuadas y las muchas muertes que se atribuyeron incorrectamente a otras causas, especialmente al principio del brote.
Es probable que la humanidad asista, desde el año pasado, al nacimiento de un virus que nunca se irá, pero que se convertirá en un capítulo más llevadero.