Se teme que un efecto negativo y muy preocupante de la fatiga pandémica, sea que se relajen aún más las medidas de prevención.
¿Notas que últimamente te sientes con más cansancio, apatía y con la sensación de que la pandemia nunca va a terminar? déjame decirte que no eres el único, sino que son conductas observadas cada vez con más frecuencia. A tal grado que las llamadas a servicios de ayuda psicológica han aumentado significativamente y se han reportado una serie de síntomas que la Organización Mundial de la Salud ha terminado por denominar recientemente «fatiga pandémica» y se ha referido a ella como esta fatiga específica de tiempos de pandemia, que se caracteriza porque podemos sentir estrés, apatía, desmotivación y un profundo cansancio físico que podemos experimentar como una gran falta de energía (World Health Organization, 2020). Lo primero que debes saber es que la fatiga pandémica es una reacción natural y esperada cuando debemos afrontar una crisis de salud pública prolongada. Experimentar estos signos no es señal de patología, simplemente es señal de que nos estamos adaptando a escenarios nunca antes vividos.
Señalan los expertos que ésta fatiga se debe en gran parte al exceso de trabajo que se ha vivido durante la pandemia, pues no sólo se han fusionado los espacios de descanso y trabajo, alargando la jornada laboral tanto en tiempo como en espacio, sino que se ha combinado con el trabajo escolar de los hijos, el temor constante del contagio y las pérdidas acumuladas. Caso contrario se está observando en los jóvenes que no se sienten en riesgo y al enfrentar las restricciones de movilidad, de reunión y en general de actividades recreativas, están manifestando la fatiga a través de mayor irritabilidad.
Los profesionales de la salud especialmente se están viendo afectados por la fatiga pandémica, pues se están enfrentando a una carga inusual de trabajo, con un riesgo latente a su vida, con insumos insuficientes, con información que se va actualizando constantemente, sin un protocolo claro de atención y con la preocupación de ser agredidos.
Se teme que un efecto negativo y muy preocupante de la fatiga pandémica, sea que se relajen aún más las medidas de prevención, pues conforme pasa el tiempo se hace más cansado mantenernos tan alerta. Temiendo que esto pueda causar un incremento en los contagios, algunos gobiernos están tomando medidas para prevenir dicho efecto.
¿Cómo podemos saber si estamos sufriendo de fatiga pandémica?
Experimentas estrés, que aunque tiene por objetivo mantenernos alerta para sobrevivir, por lo que la pandemia ha activado este mecanismo desde el inicio pero con el paso del tiempo puedes manifestar dolores de cabeza, tensión muscular, taquicardia, cambios en el apetito, en el estado de ánimo y falta de concentración entre otras.
Notas falta de placer en lo que haces, a diferencia del inicio de la pandemia donde tenías ganas de aprender cosas y ánimo en lo que hacías. Es normal que ya no sientas el mismo grado de placer, pues te estás adaptando emocionalmente a muchos cambios en tu vida.
Tienes problemas para dormir, ya sea que trates de dormir y no lo consigas pronto, que duermas rápido pero estés despertando durante la noche o que despiertes de madrugada y ya no puedas volver a dormir, es un signo de la fatiga pandémica porque se ha alterado nuestra rutina y al no poder diferenciar tan claramente como antes los espacios de trabajo/estudio y descanso, el sueño se ha alterado.
Sientes angustia por el futuro, tienes la sensación de que todo va mal y puedes incluso experimentar una pérdida de sentido de vida, lo que puede generarte una profunda tristeza y desesperación pero es simplemente una etapa normal en el proceso de adaptación que estamos viviendo.
Una parte de ti, siente menos riesgo y estás relajando tus medidas de prevención con respecto al inicio de la pandemia, como salir más seguido u olvidarte de usar el gel o dejar el cubrebocas.
Todos estos síntomas están asociados a la fatiga pandémica, que no se considera una enfermedad ni requiere de atención profesional a menos que sintamos que vuelve insostenible. Mientras tanto, algunas maneras de lidiar con los síntomas, puede ser a través del ejercicio, de algún pasatiempo como dibujar o leer y tratando de tener una rutina más organizada, que nos permita hacer una pausa entre el trabajo/estudio y el descanso. En Alemania por ejemplo se está extendiendo el uso de lo que llaman feierabend, que es una práctica para desconectar del home office y consiste en dar un paseo cuando termina su jornada laboral para sustituir los trayectos de regreso a casa, que ayudan a desconectar la mente de lo relativo al trabajo. Si no nos es posible dar un paseo como tal, sí podemos cambiar de lugar de donde trabajamos, yendo a otra habitación o desconectando los dispositivos de trabajo.
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¡Hasta pronto! Nos leeremos nuevamente desde el diván.