JIFE pide a los gobiernos que mejoren el acceso a los servicios de salud y tratamiento necesarios diseñados para este grupo poblacional.
La Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) advirtió este jueves (25 de marzo) que el consumo de drogas y las muertes relacionadas con ellas se han incrementado entre las personas mayores, al igual que la cantidad de individuos en tratamiento por ese problema de salud.
En el informe de JIFE 2020, señala que las personas de la tercera edad son un grupo demográfico ignorado de consumidores de sustancias con necesidad de tratamientos específicos y con desafíos específicos relacionados con la edad, como pueden ser el aislamiento y las limitaciones físicas.
“Es apremiante un apoyo extendido e integrado para ayudar a revertir una tendencia alarmante”, apunta.
El primer paso para contrarrestar la epidemia es aumentar la investigación sobre los trastornos por consumo de estupefacientes entre las personas mayores, por lo que la JIFE pide a los gobiernos que mejoren el acceso a los servicios de salud y tratamiento necesarios diseñados para este grupo poblacional.
«En 2019 había 703 millones de personas mayores de 65 años y se prevé que esta cifra se duplique para 2050, cuando llegará a 1500 millones de personas. En 2050, el 16% de la población mundial total tendrá más de 65 años, lo que corresponde a una de cada seis personas en la Tierra.» (ONU)
La JIFE atribuye las lagunas de datos epidemiológicos de estas personas a que las encuestas se han centrado principalmente en adultos jóvenes y grupos en riesgo de entre 15 y 65 años. Por otro lado las razones para desarrollar drogadicción entre quienes empiezan a usar narcóticos como adultos de edad media son complejas y están determinadas por distintos factores y experiencias.
Por ejemplo, la JIFE identifica los problemas de abuso de sustancias resultantes de la prescripción excesiva de analgésicos o al uso indebido de medicamentos recetados. También menciona los problemas de manejo del dolor derivados de enfermedades crónicas o cirugías y los trastornos de salud mental en curso, como la depresión y la ansiedad.
La Junta sostiene que los programas de numerosos países para la prevención del consumo de drogas son insuficientes y, en ciertos casos inexistentes. El texto considera que el estigma se agrava por la tendencia desproporcionada del derecho penal a tratar como delincuentes a los consumidores de estupefacientes, en vez enfocar el problema como un cuestión de salud que requiere atención adecuada.
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