Un día se encuentra en perfecto estado, y al día siguiente presenta síntomas de la gripe, seguidos de parálisis.
La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) advirtió el 12 de julio de 2021 que la vacuna COVID-19 de Janssen (Johnson & Johnson) puede desencadenar el síndrome de Guillain-Barré (SGB) en casos muy raros. Se han registrado 100 informes preliminares de SGB asociados a la vacuna. Noventa y cinco de ellos fueron graves y requirieron hospitalización. Una persona ha muerto de SGB. Hasta ahora se han administrado un total de 12,5 millones de dosis de la vacuna en Estados Unidos. Por lo tanto, los casos de SGB se consideran muy raros. Los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) siguen recomendando la vacuna de Johnson & Johnson.
Las personas vacunadas con Johnson & Johnson deben buscar atención médica inmediata si experimentan alguno de los siguientes síntomas: sensaciones de hormigueo, especialmente en las piernas o los brazos, que empeoran o se extienden a otras partes del cuerpo; dificultad para caminar; dificultad con los movimientos faciales, incluidos el habla, la masticación o la deglución; visión doble o incapacidad para mover los ojos; o pérdida de control sobre la función de la vejiga o el intestino.
No es la primera vez que las vacunas se relacionan con el SGB. En Perú, los ensayos clínicos de una vacuna COVID fabricada por la empresa china Sinopharm se detuvieron el 12 de diciembre de 2020, después de que un paciente desarrollara síntomas de SGB. Y en la década de 1970, hubo 450 casos de SGB tras la vacunación contra la gripe porcina.
Dado que el SGB es tan poco frecuente, normalmente no se puede establecer una relación causal clara entre la enfermedad nerviosa y la vacunación. El SGB se produce con mucha más frecuencia después de infecciones virales o de bacterias. También puede desencadenarse por una infección con el SARS-CoV-2. Esto ha planteado a los desarrolladores de vacunas difíciles dilemas. Un ejemplo: un ensayo de la vacuna de AstraZeneca el año pasado, donde una enfermedad autoinmune similar, la mielitis transversal, se había producido en un caso.
Comenzó con una vacuna
En 2018, un alemán de la ciudad de Bonn se enfermó después de recibir una vacuna contra la hepatitis. Carsten Kolberg era un hombre atlético y capaz de nadar 100 metros en poco más de un minuto. También era buceador, y buceaba en agua helada a profundidades más allá de la imaginación de la mayoría de la gente.
Después de vacunarse, Kolberg mostró síntomas de resfriado: estornudos, tos y dolor de garganta. Una semana más tarde, los síntomas se convirtieron en una gripe, con fiebre, fatiga y dolor de cabeza. Luego le empezaron a doler los pies al caminar. El médico le recetó antibióticos y le dijo que guardara cama.
«El médico dijo que pasaría en cinco días. Pero, al día siguiente, no podía levantarme de la cama», dijo Kolberg. «Fue entonces cuando me asusté. Como mi teléfono móvil no estaba en la mesita de noche, no podía alcanzarlo. Tuve que salir de la cama y arrastrarme hasta el salón, donde pude alcanzar el teléfono y llamar a mi novia para pedir ayuda».
Una inflamación de las raíces nerviosas bloquea el paso de los impulsos
Los médicos diagnosticaron SGB. Se trata de una inflamación del sistema nervioso o, más concretamente, de la vaina de mielina, una membrana delgada que rodea las fibras nerviosas. Si la vaina de mielina está inflamada, nuestros nervios son incapaces de transmitir los impulsos eléctricos.
Solo una de cada cientos de miles de personas sufrirá el SGB. Es aún más raro que se produzca como consecuencia de una vacuna. «Es posible que los ingredientes de la vacuna puedan desencadenar una reacción de este tipo», dijo Wüllner. «Podrían ser ingredientes de aluminio o la gelatina del cartílago».
Peligro de muerte, pero no incurable
El síndrome de Guillain-Barré puede ser mortal si la parálisis afecta a partes vitales del sistema nervioso, como las que controlan la respiración, la presión arterial o el corazón. Para evitarlo, los médicos vigilan constantemente las funciones vitales del paciente.
Además, apoyan el proceso de recuperación mediante hemodiálisis especializada o infusiones de inmunoglobulinas. En el caso de Kolberg, los médicos eligieron esta segunda opción.
Cuando Kolberg recibió el alta hospitalaria al cabo de dos semanas, había perdido 11 kilos, sobre todo de músculo. De ahí pasó a una clínica de rehabilitación. Carsten volvió a nadar y también a bucear. Hoy es de nuevo capaz de nadar 100 metros en un minuto.