Las cabinas utilizan luz para eliminar el virus SARS-CoV-2, lo que permite reutilizar las mascarillas de protección hasta cinco ciclos.
Estudiantes del Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE) participaron en un proyecto internacional para construir cabinas desinfectantes, basadas en luz, que eliminan la carga viral del SARS-CoV-2 en equipo médico protector.
Este proyecto fue financiado por la Optical Society of America (OSA) y en él participaron los capítulos estudiantiles de dicha sociedad científica en doce países de América, Asia y África, entre ellos el capítulo del INAOE. Las cabinas construidas por los estudiantes a nivel internacional se entregaron a hospitales públicos. Las construidas por los estudiantes del capítulo de la OSA en el INAOE fueron dos y se entregaron a hospitales de Puebla y Tlaxcala.
La idea original es de Thomas Baer, de la Universidad de Stanford y Fellow de la OSA. El proyecto buscó replicar el modelo de una cabina de desinfección basada en luz ultravioleta UV-C desarrollada por el propio Baer junto con investigadores del Centro Wellman de Fotomedicina del Hospital General de Massachusetts, de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Vida de la Universidad de Toledo y del Departamento de Cirugía de la Universidad de California en San Francisco
Se trata de un desarrollo barato, fácil de construir y seguro, comenta en entrevista la M. C. Ilsse Aguilar, estudiante de doctorado del INAOE y una de las participantes en el proyecto. “Recibimos un correo de la OSA el año pasado donde se nos convocaba a participar en el proyecto”, subraya.
Ilsse Aguilar explica que las cabinas miden 180 por 90 por 60 centímetros, están hechas de aluminio blanco, están revestidas de papel aluminio y contienen en su interior 16 lámparas de radiación UV-C. El equipo médico a desinfectar se coloca dentro de las cabinas y la luz de las lámparas, que se refleja en todas las paredes de la cabina, lo desinfecta por completo.
La M. C. Ilsse Aguilar agrega que gracias a este proyecto se logran reutilizar las mascarillas N-95 un ciclo de cinco veces. “En cada cabina caben entre 20 y 28 mascarillas que deben colocarse dentro de las cabinas por cinco minutos”.
La estudiante de doctorado señala que la OSA financió el proyecto: “a nosotros nos enviaron el prototipo y nos capacitaron. Nos reunimos varios chicos del INAOE, la mayoría de Óptica, pero también como el proyecto requirió de conexiones electrónicas, buscamos la ayuda de estudiantes de Electrónica, ellos nos ayudaron con esto. Nosotros pedimos dos cámaras: una para Zacatenco, Tlaxcala, y la otra para el Hospital La Margarita del IMSS”.
Además de construir la cabina, los miembros del Capítulo Estudiantil tuvieron que caracterizar el gabinete, “es decir, obtener los resultados que ellos nos pedían para saber que habíamos tenido un resultado exitoso. Compramos un medidor para hacer las caracterizaciones ópticas correspondientes, entregamos las cámaras, capacitamos al personal médico y a las enfermeras para que ellos puedan reutilizar las mascarillas, ya que están más expuestos y a veces les falta material de seguridad”, concluye.
A su vez, el Dr. Rubén Ramos, investigador del INAOE y asesor del grupo estudiantil que participó en el proyecto, comenta que la luz ultravioleta (UV) se ha utilizado desde hace tiempo para la desinfección de materiales y superficies.
La luz UV no es visible al ojo humano, agrega el investigador: “hay tres tipos de radiación ultravioleta, UV-A (315–400 nm), UV-B (280–315 nm) y UV-C (180–280 nm). La fuente natural de luz UV es el Sol, sin embargo, solo el diez por ciento de la luz solar es UV y solo un tercio penetra la atmósfera. De esa luz que llega a la superficie terrestre, 95 por ciento es UV-A y cinco por ciento es UV-B. La luz UV-C es totalmente absorbida en la atmósfera, de modo que la luz UV-C debe ser generada por fuentes artificiales para poder utilizarla. La energía de la luz UV-C es tan grande que es capaz de romper cualquier enlace molecular y su absorción por material biológico es tan grande que se absorbe en unas cuantas micras, lo que la hace particularmente útil para destruir virus de cualquier tipo”.
Las cabinas, puntualiza el investigador, permiten dirigir esa radiación a las superficies que queremos desinfectar: “Para evitar daños a los usuarios cuentan con unas ventanillas que bloquean la luz UVC para vigilar el proceso completo”.
Finalmente, la M. C. Ilsse Aguilar comenta que para el Capítulo de la OSA en el INAOE fue una gran satisfacción participar en este proyecto internacional porque les permitió poner un granito de arena y colaborar con el personal médico en su lucha contra el Covid-19.