Esta carismática mujer es abogada, profesión que desempeñó durante cinco años hasta convertirse en madre soltera, situación que le cambió la vida.

Es imposible entrar a una sala de baile, estudio de zumba o evento masivo fitness y no mirarla de pies a cabeza ya sea por su outfit fluorescente, su rubia cabellera o su amplia y generosa sonrisa; y cuando empieza a bailar, “pum”, hasta por el polvo que levanta con su energía desbordante.

Camina y se para en medio de la sala, lidera a una docena de mujeres que la siguen, toman posiciones espaciadas formando dos hileras y entonces ella grita: ¿Cómo están? y las adictas al baile gritan y chiflan eufóricas: “bien buenas”.

Así Ivonne Ortiz García, representante de la marca Euforia Dance desde hace 13 años, inicia a moverse al ritmo de salsa, cumbia, bachata, reggaetón y cualquier mezcla de fusión de estilos. Ella baila todas y se baila a todas.

Esta carismática mujer es abogada, profesión que desempeñó durante cinco años hasta convertirse en madre soltera, situación que le cambió la vida. Debido a que no tenía quien cuidara de su pequeña, hoy convertida en una jovencita de 14 años, optó por los flexibles horarios que ofrecía la vida laboral del cuidado físico.

Al concluir una clase de casi dos horas que ofreció junto con Michel López, otro master del fitness en la capital poblana, Ivonne sigue sonriendo y tomándose fotografías con sus alumnas, sus chicas Euforia Dance, quienes la acompañan a cualquier lugar de la ciudad cuando ofrece clases especiales.

Las y los seguidores de cada instructor de baile han formado una especie de familias, que además de desestresarse bailando, se cuentan sus alegrías y aflicciones; se compran ropa especial para acudir uniformadas a los eventos, Irma García es una de las diseñadoras de ropa deportiva que ama bailar y así combina sus dos pasiones; otras instructoras como Laura Citalán, una bella chiapaneca que lleva el ritmo en la sangre, organiza clases especiales a la orilla del mar.

“Todas las personas que nos siguen no solo a mí, sino a cada uno de los instructores, cada una de ellas, va identificándose con alguien en particular porque le gusta como baila, como se entrega o les gusta como las trata. Cuando se encuentra ese click con las personas nos adentramos en nuestras vidas”.

Ivonne recalca que el baile fitness es una profesión como cualquier otra en donde debes capacitarte y amar lo que haces, debido a que las alumnas esperan el día de clase no solo para aprender pasos de baile para ejecutar coreografías, sino para sentirse bien y olvidarse de su día a día en el hogar o en el trabajo.

“Aquí el punto es cuánto te entregas a tu profesión para tener un público cautivo. Luego decimos (los instructores): es que no me va tan bien; pero es que hay que ser responsable con nuestro trabajo y respetar la profesión. Hay que entregarnos todos los días al 100 por ciento porque nuestras alumnas sienten si tienes flojera, si vienes de malas, si estás triste. A la gente nunca la engañas y debes dar tu mejor cara”.

Respecto de la pandemia de Covid-19, Ivonne comentó que durante más de un año estuvieron cerrados los estudios de baile, pero eso no los detuvo para continuar ofreciendo sus clases vía on-line y que cuando el semáforo epidemiológico lo permitió, regresaron a las clases presenciales con aforos reducidos.

Sentada en el piso del salón de baile con sus alumnas, que se mantienen eufóricas y no paran de sonreír por la adicción que les genera el cuarteto de la felicidad: endorfina, serotonina, dopamina y oxitocina; Ivonne resaltó la importancia del cuidado físico.

También reconoció que aún existe desconfianza de regresar a los estudios de baile, gimnasios y áreas públicas para hacer ejercicio, sin embargo, sostuvo que con las medidas de prevención necesarias nos debemos ejercitar para evitar cualquier enfermedad, y en caso de padecerla, como el Covid, la recuperación es más pronta por gozar de un buen estado físico.

Me contó que cuando inició en el baile, a los seis años de edad como danzante de folklor mexicano, nunca imaginó que al subirse a un escenario bailaría ante más de 500 personas como lo hizo antes de la pandemia en la Plaza de Toros “El Pinal” en Teziutlán y ante unas 200 almas en los aniversarios de Euforia Dance.

¿Qué sientes al bailar ante tantas personas?

Me emociona demasiado ver que tanta gente quiera simpatizar y sincronizar conmigo en algo tan bonito. El querer bailar, gritar, desfogarte de una forma tan sana me impresiona y me da mucha alegría porque amo el baile. Hay gente que se reúne para hacer cosas negativas pero estas reuniones sean de cinco, de 20, de 100 personas, de la cantidad que sea, encontrarte reunida para bailar y sentirte feliz se me hace maravilloso.

Mientras terminábamos la conversación el salón de baile se convirtió en la sala de un hogar, en donde las hermanas se prueban sus nuevos modelos de ropa deportiva, se intercambian y venden productos de belleza o de cuidado corporal, así en completa libertad de sentirse una bella mujer.

Por Mónica Franco

Periodismo de género, reportera y columnista. Soy sobreviviente, insurrecta e independiente. Amo la libertad y escribo historias de imperfectas como yo. Creo en las hijas del pueblo, en las que llegamos sin mediación de un hombre y que caminamos a la par de ellos.

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