Donetsk y de Lugansk anunciaron la evacuación de niños, mujeres y ancianos ante una posible ofensiva del Ejército ucraniano.
“El 21 de febrero, a las 9:50 horas, un proyectil de tipo desconocido disparado desde el territorio de Ucrania destruyó completamente un lugar de trabajo de los guardias fronterizos del Departamento de Guardia Fronteriza del Servicio Federal de Seguridad de Rusia en la región de Rostov, situado a unos 150 metros de la frontera ruso-ucraniana. No hubo víctimas, los desminadores están trabajando en el lugar”, dice el comunicado.
Además, el líder de la autoproclamada república popular de Donetsk, Denís Pushilin, dijo que la situación en la dirección de Mariúpol se había “intensificado bruscamente”, y añadió que había combates cerca de la frontera con Rusia.
El conflicto armado en el este de Ucrania entró en una fase de escalada en la segunda quincena de febrero.
Los militares ucranianos denunciaron un drástico aumento de las infracciones del armisticio por parte de las milicias prorrusas de Donbás.
A su vez, las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk (RPD) y Lugansk (RPL) acusaron a Kiev de bombardear su territorio con armas pesadas, en flagrante violación de los acuerdos de Minsk y las medidas adicionales pactadas para reforzar el alto el fuego.
El uso de la artillería pesada por parte de Kiev, según las repúblicas rebeldes, apunta a los preparativos para una solución militar del conflicto.
En este contexto, los líderes de Donetsk y de Lugansk anunciaron la evacuación de niños, mujeres y ancianos ante una posible ofensiva del Ejército ucraniano y decretaron la movilización general.
El ministro de Defensa de Ucrania, Alexéi Réznikov, negó los planes de una ofensiva en Donbás y aseguró que Kiev aboga por una solución política del conflicto.
Desde abril de 2014 Ucrania lleva a cabo una operación contra las milicias en Donbás, donde se proclamaron las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, en respuesta al violento cambio de gobierno ocurrido en febrero del mismo año.
Los acuerdos de Minsk, suscritos en septiembre de 2014 y en febrero de 2015, sentaron las bases para una solución política al conflicto, pero no han derivado hasta ahora en el cese de la violencia.
Las hostilidades han dejado hasta la fecha más de 14.000 muertos, según estimaciones de la ONU.