Cuando el lubricante de las articulaciones se vuelve más denso y viscoso, la fascia no puede deslizarse con la misma facilidad, lo cual nos provoca rigidez.
Si sueles levantarte con los músculos agarrotados, las articulaciones te truenan o despiertas con la sensación general de que tu cuerpo no está tan ágil como cuando te acostaste, lo primero que debes saber es que no eres el único. Sentir que el cuerpo es poco flexible al despertarse es “una experiencia humana casi universal”, afirma Maryclaire Capetta, fisioterapeuta y profesora adjunta del Departamento de Kinesiología de la Universidad de Connecticut, quien añade que es bastante común que ocurra a diario.
Pero aunque la sensación matutina de rigidez es normal y suele desaparecer enseguida, también es incómoda mientras dura. La buena noticia, según los expertos, es que hay algunos trucos a los que puedes recurrir —cuando te sientas rígido, e incluso antes de que surja la sensación— a fin de ayudarte a sentir alivio con mayor rapidez.
Por qué te sientes así
La mayoría de las veces, esa sensación de rigidez al levantarse es resultado de cambios nocturnos en la lubricación de dos diferentes funciones del cuerpo: las articulaciones y la fascia.
La fascia es un complejo grupo de tejidos conectivos que rodean y sostienen los músculos, los tejidos blandos, los órganos y los huesos. Imagina la fascia como una red fibrosa que envuelve y atraviesa el tejido muscular para darle estructura y estabilidad. Forma múltiples capas separadas por un lubricante similar a un gel que permite que las capas se deslicen y resbalen con soltura y nos ayuda a sentirnos flexibles y ágiles, comenta Antonio Stecco, investigador de la fascia y profesor de medicina de rehabilitación en la Universidad de Nueva York.
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En ciertas situaciones —como cuando baja la temperatura de tu cuerpo, cuando has estado sin moverte por mucho tiempo o cuando el ácido láctico se acumula en los músculos y la fascia durante el ejercicio intenso— el lubricante se vuelve más denso y viscoso y las capas de la fascia no pueden deslizarse con la misma facilidad, lo cual nos provoca esa sensación de rigidez.
Mientras dormimos, ocurren varias de las siguientes situaciones que pueden hacer que el lubricante se haga más denso: suele pasar que dejamos de movernos durante mucho tiempo (por ejemplo, ocho horas) y nuestra temperatura corporal tiende a bajar.
Las articulaciones también pueden hacernos sentir entumecidos por la mañana. En las articulaciones sanas, un líquido espeso lubrica el espacio entre los extremos de tus huesos, que están recubiertos de cartílago, para poder moverse con libertad y comodidad. Según Capetta, cuando el cuerpo no se mueve durante un largo periodo (como al dormir), el cartílago absorbe el lubricante como una esponja, lo que hace que las articulaciones crujan o truenen.
Cómo sentirse mejor
La buena noticia es que el remedio para la rigidez matutina —ya sea ocasionada por la fascia o las articulaciones— es el mismo: movimiento.
Aún en la cama, recostado, comienza por estirar todo el cuerpo, como haría un gato o un perro al despertar; extiende mucho las piernas y los brazos en direcciones opuestas. Luego, trata de flexionar los pies y ponerlos en punta o estirar solo los brazos y el torso, como si estuvieras imitando ese estiramiento que hacemos al levantarnos. Para lubricar tus articulaciones, de manera muy suave, dobla y estira las rodillas y los codos, girando las muñecas y los tobillos y mueve la cabeza de un lado a otro.
Si al levantarte sigues sintiendo el cuerpo tenso, trata de marchar en tu lugar, luego flexiona la espalda hacia abajo y continúa flexionando una y otra vez las articulaciones que sientas entumecidas, explica Capetta. Si sientes rigidez en la espalda y los costados, trata de hacer un estiramiento suave, como inclinarte para tocar los dedos de los pies con las rodillas flexionadas o hacer flexiones laterales o las posturas gato-vaca de yoga. Los estudios sugieren que la práctica de yoga habitual puede ser efectiva para reducir la molestia asociada con la rigidez de las articulaciones y los músculos, además de ayudar a aliviar el dolor de espalda crónico. Haz cualquier cosa que sientas que te ayuda. Si tienes perro, sacarlo a caminar al levantarte puede hacer que tus articulaciones se lubriquen y recuperes pronto la agilidad. Si hace frío por la mañana, trata de darte un baño con agua caliente.