Las áreas verdes de las universidades representan un desahogo en las zonas más urbanizadas, dicen expertos

Expertos en biología y desarrollo urbano acudieron a un foro virtual del Instituto de Investigaciones en Medio Ambiente Xabier Gorostiaga, SJ (IIMA) de la IBERO Puebla para compartir experiencias en el desarrollo de espacios educativos comprometidos con la conservación de la naturaleza.

Los campus universitarios son áreas verdes en sí mismos. Se insertan en las ciudades como un oasis en medio del concreto y sus jardines juegan un papel protagónico para los ecosistemas urbanos. La Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) contribuye a preservar la escasa vegetación de la zona metropolitana de Pachuca, una ciudad de clima árido y con tendencia a la urbanización.

Un estudio coordinado por la Dra. Iriana Zuria Jordan reveló que las áreas verdes de la UAEH se han reducido como producto de la expansión de los edificios y la mala gestión de especies vegetales, mismas que en 2010 ascendían a 36. No obstante, tanto la flora como la fauna aumentó considerablemente con la desocupación del campus durante la pandemia.

Contrario a la bióloga, el Dr. Jorge Ernesto Schondube entiende las universidades como pequeñas urbanizaciones a las que se les debe aplicar una ecología urbana para preservar especies vegetales y animales. En el campus Morelia de la UNAM se han encargado de estudiar diferentes estrategias para conservar las especies de aves que viven o visitan los espacios universitarios.

Muchas plazas educativas son propicias para el estudio de especies exóticas de aves y su coexistencia con las nativas. Tal es el caso de la Universidad Autónoma de Querétaro, misma que se encuentra en la zona urbanizada del cerro de las Campanas, espacio de 58 hectáreas catalogado como parque nacional desde 1967.

Sin embargo, el conocimiento sobre biodiversidad en campus universitarios más allá de las aves es escaso. Así lo indicó el Dr. José Antonio González Oreja, cuya experiencia como académico de la BUAP le ha permitido observar que cada espacio educativo está sujeto a su propia ecología del paisaje, además de factores como las dimensiones del área y la contaminación sonora.

La biodiversidad de los campus universitarios aporta dos servicios fundamentales: la creación de hábitats diversos donde las especies pueden completar sus ciclos biológicos, y la recuperación del valor cultural de la naturaleza. “Si pensamos en ciudades universitarias inmersas o dispersas en un núcleo urbano hay diferencias entre lo que está dentro y fuera del campus”, aseguró González Oreja.

Las áreas verdes de la ciudad de Querétaro son escasas y han sido absorbidas por el sector privado. El Dr. Rubén Pineda López señaló que los campus universitarios demuestran cómo la vegetación afecta el clima de un espacio determinado. “Caminar por las calles con el sol de mediodía es un reto. Se nota la diferencia al entrar a la universidad y caminar bajo los árboles”.

Además, las universidades han reconocido la importancia de los espacios abiertos como áreas importantes para la recreación, pero también para el trabajo de campo en clave científica, así como para procesos ecosistémicos autosustentables. El campus Morelia de la UNAM ha configurado las condiciones necesarias para que nuevas especies de aves e insectos comenzaran a habitar el espacio universitario.

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