Data Cívica ha desarrollado un par de modelos metodológicos de vanguardia que pretenden auxiliar los procesos de búsqueda de personas ante la inacción de las autoridades.
La desaparición de personas es un fenómeno histórico reconocido como violación grave de los derechos humanos que puede ocurrir en contextos locales, nacionales e internacionales. México ha tenido momentos claves en el repunte de este delito ligados a decisiones políticas, como fueron la contención de las guerrillas del siglo XX y la cruzada contra el narcotráfico.
Con más de 105,000 personas no localizadas desde 1964, las fosas clandestinas se convierten en factores importantes para comprender el fenómeno y actuar en consecuencia. En ello se ha centrado el trabajo Data Cívica, cuyos hallazgos fueron compartidos con la Comunidad IBERO Puebla.
Una fosa clandestina es aquel sitio en el que “uno o más cuerpos y/o restos de personas fueron enterradas de forma anónima y/o ilegal, con la intención de ocultar o destruir evidencia” de un delito. Con esta definición como cabecera, la organización civil recopiló y contrastó información oficial con reportes de prensa y datos académicos, tanto en cifras como en tipificación.
Explicó Jorge Ruiz Reyes, analista de datos de Data Cívica: “No todas las fiscalías dan información, a veces nos la dan incompleta”. Ante ello, el equipo destacó dos posibles explicaciones: “O las autoridades no han generado registros adecuados, o existe una política para no proporcionar datos”.
El trabajo busca brindar herramientas que marquen la ruta crítica para la localización de fosas clandestinas. En una primera aproximación se exploraron datos de 2,458 municipios de México recolectados entre 2008 y 2019, los cuales fueron procesados por un algoritmo entrenado para aprender las características de las localidades en donde se encontraron fosas. Con ello, se podría predecir la ubicación de nuevos escondites.
Así, el modelo denominado Random Forest determinó que existían altas probabilidades de encontrar fosas en municipios como Matamoros, Nuevo Laredo, Culiacán y Lázaro Cárdenas. “Las fosas observadas por fiscalías y prensa son sistemáticamente distintas”, apuntó Monserrat Pérez Villanueva, analista de datos de Data Cívica.
Entre sus conclusiones se destaca que los municipios que arroja el modelo son parecidos a los utilizados para entrenar al algoritmo, mismos que se encuentran predominantemente en la zona norte del país. Por otro lado, el equipo enfatizó que el ejercicio probabilístico no es suficiente para explicar la operatividad del delito.
Una segunda aproximación se centró en realidad de Baja California, un estado que registró 52 fosas georreferenciadas entre 2009 y 2021. De acuerdo con el trabajo de Data Cívica, la concentración, ubicada en zonas urbanas del cinturón fronterizo, revela una distribución similar entre fosas: hay siete kilómetros de distancia entre cada hoyo.
También se encontró que, aunque no son fáciles de observar a primera vista, las fosas se encuentran en sitios a los que cualquier persona podría llegar en auto. “El acceso clandestino es uno en el que hay alta accesibilidad, pero poca visibilidad”, apuntó Alicia Franco Boscan, coordinadora de datos de Data Cívica.
La Universidad Jesuita se encuentra en proceso de constituir un laboratorio de arquitectura forense con la finalidad de incorporar metodologías científicas a la pedagogía en derechos humanos.
El modelo utilizó tecnología de geolocalización para medir las concentraciones atípicas de nitrógeno en áreas específicas, lo que podría revelar grandes cantidades de cuerpos enterrados. Como parte de las áreas de oportunidad, la organización busca contar con mejores fuentes de información y contribuir a la implementación de programas de búsqueda al alcance de las familias.
La metodología de la organización civil abona elementos técnicos y científicos para hacer frente a una crisis humanitaria de grandes dimensiones. Así lo valoró Simón Hernández León, coordinador de la Licenciatura en Derecho de la IBERO Puebla: “Los esfuerzos de la sociedad civil atienden las necesidades, pero nunca serán suficientes”, resulta fundamental la articulación con las autoridades.
Por su parte, Jerónimo Chavarría Hernández, académico de la IBERO Puebla, defendió las propuestas de Data Cívica como una propuesta que, aunque no localiza directamente a las personas, sí contribuye a identificar y predecir anomalías en el suelo. “Es una nueva área de oportunidad para el uso de estas herramientas. Son bastante valiosas, pero no nos van a resolver la vida”.