En su artículo Tiempo para el proyecto humano Screenome difundido en la revista británica Nature, apuntaron que las experiencias mediáticas de hoy desafían la caracterización simplista de “tiempo de pantalla”.
Los estudios que hay sobre cómo el uso de los medios digitales influye en el bienestar psicológico de las personas se enfocan en descifrar el tiempo de permanencia frente a las pantallas o en las redes sociales, pero ninguno hasta ahora ha examinado a detalle los contenidos que ven por estas vías.
Por ello, un colectivo estadounidense desarrolla el Proyecto Screenome Humano, un esfuerzo para producir y analizar grabaciones de todo lo que la gente ve y hace en sus pantallas, que ya recopiló más de 30 millones de capturas de pantalla (llamadas screenomes) de más de 600 personas.
Una limitación importante de los miles de estudios realizados en la última década sobre los efectos de los medios digitales en la salud mental, la satisfacción con la vida y la integración social “es que no analizan los tipos de datos que podrían revelar exactamente lo que la gente está viendo y haciendo en sus pantallas”, señalaron Byron Reeves, Thomas Robinson y Ram Nilam.
En su artículo Tiempo para el proyecto humano Screenome difundido en la revista británica Nature, apuntaron que las experiencias mediáticas de hoy desafían la caracterización simplista de “tiempo de pantalla”. Los creadores del Screenome Humano explicaron que, para documentar los cambios en la pantalla de una persona, construyeron un software llamado Screenomics que registra, encripta y transmite capturas de pantalla de forma automática y discreta cada cinco segundos, una vez que se enciende un dispositivo.
Y si la plataforma se implementa simultáneamente en varios dispositivos, las capturas de pantalla de cada uno se sincronizan a tiempo, detallaron.
“Los investigadores deben observar con exquisito detalle todos los medios con los que las personas interactúan, las plataformas que usan y el contenido que ven y crean”, ya que esta visión de mayor resolución del mapa multidimensional de la vida digital “podría ayudar a responder preguntas de larga data y conducir a otras nuevas”, valoraron Reeves, Robinson y Nilam.