Los científicos sostienen que el hallazgo de LB-1 cuestiona las teorías actuales sobre la formación de estas regiones del espacio.
Un equipo internacional de astrónomos acaba de localizar un agujero negro en la Vía Láctea cuya enorme masa representa un verdadero desafío para las actuales teorías de evolución estelar. Hasta ahora, se estimaba que la masa de los agujeros negros estelares que se encuentran en nuestra galaxia era de menos de 30 veces la del Sol. Sin embargo, los científicos afirman haber detectado uno que es mucho más grande, con una masa que excede a la solar en 70 veces y que ha sido bautizado como LB-1.
Una reciente investigación, publicada este miércoles en el último número de la prestigiosa revista científica Nature, recuerda que ya se habían detectado antes agujeros negros de masa similar, si bien «la formación de agujeros tan masivos en un entorno de alta metalicidad» —en particular, en la Vía Láctea— se consideraba «extremadamente difícil dentro de las teorías actuales de evolución estelar».
«Según la mayoría de los modelos actuales de evolución estelar, los agujeros negros de semejante masa ni siquiera deberían existir en nuestra galaxia», se sorprendió Liu Jifeng, profesor del Observatorio Astronómico Nacional de China, que encabeza la investigación. «Ahora los teóricos tendrán que asumir el desafío de explicar su formación», recoge sus palabras la agencia AFP.
La comunidad científica cree que los agujeros negros estelares más comunes (menos de 30 veces más masivos que el Sol) son producto de la implosión de una supernova, mientras que los agujeros negros supermasivos se forman junto con las galaxias, si bien sus orígenes son inciertos.