Científicos descubrieron que el 65% de las poblaciones de insectos que examinaron podrían extinguirse durante el próximo siglo.
Nuevos modelos de investigación de la NASA están arrojando luz sobre cómo las poblaciones de insectos pueden responder a cambios severos de temperatura que son probablemente cambio climático. En un estudio publicado recientemente en Nature Climate Change, científicos descubrieron que el 65% de las poblaciones de insectos que examinaron podrían extinguirse durante el próximo siglo.
Los insectos desempeñan muchas funciones importantes en los ecosistemas de la Tierra. Ayudan con la producción de frutas, verduras y flores mediante la polinización. Descomponen la materia orgánica. Incluso ayudan a controlar las plagas dañinas. Pero hay lagunas en nuestra comprensión de cómo los insectos y los ecosistemas responderán al cambio climático.
“Necesitábamos una herramienta de modelado para comprender cómo las poblaciones de insectos se verán afectadas por las variaciones de temperatura”, dijo la doctora Kate Duffy, ex investigadora postdoctoral en el Centro de Investigación Ames de la NASA en Silicon Valley, California. “Y eso es lo que pretendíamos ofrecer con este estudio: una forma más directa y precisa para que los científicos entiendan esta dinámica”.
Duffy y otros científicos utilizaron modelos avanzados para explorar cómo las poblaciones de insectos de sangre fría responderían a los cambios de temperatura proyectados para el próximo siglo. El grupo de investigación descubrió que 25 de las 38 especies de insectos que estudiaron podrían enfrentar un mayor riesgo de extinción durante el próximo siglo, particularmente debido a cambios de temperatura dramáticos y erráticos en sus medioambientes locales.
Comprender qué especies pueden estar en mayor riesgo podría permitir a los conservacionistas enfocar con mayor precisión los esfuerzos para combatir la pérdida de diversidad.
Muchos estudios previos se han basado en la relación entre los promedios de temperaturas y la salud de las especies para dar forma a los modelos estadísticos de impacto climático en los atributos de las especies (como su distribución o abundancia). Pero estos modelos pueden ser engañosos porque la relación entre las temperaturas y el rendimiento de las especies es compleja —con muchos factores en juego— y pocos modelos explican adecuadamente las fluctuaciones de temperatura.
Para obtener una visión más detallada de cómo los cambios de temperatura afectarán a las poblaciones de insectos, Duffy y sus colegas integraron proyecciones climáticas del Programa Mundial de Investigación Climática, datos sobre el desempeño de los insectos a diferentes temperaturas y modelos matemáticos, lo que los científicos llaman “modelado dinámico”. Este enfoque es único porque integra las proyecciones climáticas con los modelos de respuesta a la temperatura de los insectos existentes para producir proyecciones de poblaciones de insectos. Estudios previos proporcionaron información sobre la tasa de crecimiento de las poblaciones de insectos, pero antes no habían escalado los modelos al nivel de población.
Su análisis mostró que, debido a los cambios extremos en las temperaturas, el 65 por ciento de las 38 poblaciones estudiadas podrían enfrentar un mayor riesgo de extinción en los próximos 50 a 100 años. Los cambios de temperatura son particularmente peligrosos para los insectos de sangre fría porque estas criaturas carecen de mecanismos para regular su temperatura corporal durante los cambios drásticos de temperatura.
“Los modelos ecológicos y basados en datos de este estudio podrían permitir predicciones más precisas de la respuesta ecológica de lo que nunca antes hemos tenido, y moldear estrategias más específicas para ayudar a las especies a adaptarse al cambio climático”, dijo Auroop Ganguly, investigador de la Universidad Northeastern y coautor del artículo científico.
Esta investigación fue financiada principalmente por subvenciones de la Fundación Nacional para las Ciencias, con apoyo adicional del Departamento de Defensa. Duffy dirigió este estudio mientras apoyaba al equipo de la plataforma NASA Earth Exchange en el Centro de Investigación Ames y mientras continuaba su doctorado en la Universidad Northeastern. Recientemente fue cofundadora de Zeus AI, una empresa emergente financiada por el programa de Investigación para la Innovación en Pequeñas Empresas de la NASA que utiliza el aprendizaje automático para la predicción del tiempo.