La economista de 37 años no admite que haya conflicto con el gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta.
Claudia Rivera Vivanco está sorprendida por lo que ha encontrado en la Presidencia Municipal de Puebla. No es lo que esperaba. “La realidad ha superado a la ficción, supera lo académico, lo técnico”.
A dos años de haber asumido el cargo, se ha sorprendido por lo que hay en el gobierno municipal; “cuando llegamos parecía una casa con una fachada linda, parecía en orden”, recuerda.
Sin embargo, paso a paso se ha dado cuenta que al interior de esa casa hay “muchas fallas que resolver”, que los problemas de la capital poblana son consecuencia de que las autoridades anteriores atendieron, “otra agenda, más política, más hacia afuera, pensando en subir más su imagen”.
La alcaldesa capitalina concede entrevista a Urbano en la semana que concluye, en el Salón de Protocolos, ese construido en la azotea de Palacio Municipal, donde está la campana que suenan los gobernantes cada 15 de septiembre, donde está un mural que resume la historia de la Angelópolis y que destaca al oriundo de Nativitas, quien actualmente es prófugo de la justicia, y algunos de sus entonces funcionarios, uno de ellos también prófugo de la justicia.
Se han montado dos sets en esta área. Ambos tienen mamparas que hacen referencia al II Informe. Comparten la única bandera nacional en el lugar. La llevan de un lado a otro. En el día que nos toca se han agendado no menos de una docena de entrevistas con diferentes páginas informativas. Hay que preguntar a contrarreloj.
La encargada de administrar la comuna no ha olvidado quién es, en esencia la misma persona, dice. “Una mujer convencida de sus ideales, apasionada, con mucha energía, muy alegre”. Tiene presente su interés por defender los derechos de las mujeres, las causas justas, y combatir a la corrupción.
No olvida sus orígenes, tiene presente en la memoria su incursión en la política, su participación en una marcha en la Ciudad de México, poco después de la muerte de su padre, cuando protestó junto con miles por el desafuero como jefe de Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, a quien considera la persona más influyente en su vida pública, el factor para iniciar el cambio de México desde su persona, desde sí misma.
Claudia, la de apellidos Rivera y Vivanco, viste de mezclilla. URBANO no sabe si es tela strech o mallones. Una blusa blanca con botones dorados, un chaleco guinda con bordados distintivos a su nombre, gobierno y II Informe. No trae tenis. Ahora calza botas tipo militar en charol de color guinda.
Ha caminado de extremo a extremo, de set a set, toma agua, le acomodan el cabello para que destaque una caída ondulada a su lado derecha. Uñas cortas pintadas de gris y aretes de perla discretos, rematan su vestimenta.
La economista de 37 años no admite que haya conflicto con el gobernador Luis Miguel Barbosa Huerta. Considera que sólo tienen diferencias, que no hay ruptura, que prácticamente no hay problemas. “Hemos tenido distintos puntos de vista y en otros hemos coincidido” (ara entonces, el mandatario, según su versión, no había sido invitado al reporte de actividades, ni había anunciado su inasistencia a este acto público).
Con miras en el último tercio de su periodo constitucional, la mayor de seis hermanos confía que recuperará la unidad en su cabildo, que al final de cuentas la sociedad se dará cuenta de su labor, porque “trabajo mata grilla”, y que será recordada como “la presidenta municipal que hizo más acciones de justicia social”.
La egresada cuenta a Urbano sus gustos, si prefiere el Mole al Chile en Nogada, Atlixco o Cholula para un fin de semana, si pase en alguna plaza comercial, como si también planea más cambios en su equipo de trabajo, cuáles son las obras en puerta, si está satisfecha con lo hecho hasta el momento, una entrevista en video adjunta a este material.
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