Sin lujos, pero te ofrecen el lujo de la tranquilidad, de observar bonitos paisajes a la orilla del mar y de vivir nuevas experiencias.

¿Ya estás aburrido de viajar a las mismas playas de siempre? Acapulco se llena en cada periodo vacacional y durante los puentes; posiblemente ya fuiste muchas veces a Ixtapa o has visitado 10 veces Cancún.

Tampoco estás buscando un resort enorme con albercas temáticas, lleno de familias y de ruido, restaurantes caros y ‘plasticosos’. Tu lugar ideal, para esta Semana Santa, sería una playa escondida donde, aunque no tengas acceso a grandes lujos ni a una buena señal de internet, puedas relajarte, tomar el sol, explorar sitios naturales, comer rico y recargar la pila para lo que sigue.

Las playas que ahora te proponemos son rústicas, sin glamour, sin vida nocturna. A cambio, te ofrecen el lujo de la tranquilidad, de observar bonitos paisajes a la orilla del mar y de vivir nuevas experiencias.

Punta Monterrey, en Riviera Nayarit

Esta bella playa secreta de Riviera Nayarit se encuentra a una hora y media del aeropuerto de Puerto Vallarta.

Ahí se encuentra Punta Monterrey Tropical Beach Resort, un pequeño y exclusivo hotel de solo 16 habitaciones, con una capacidad máxima de 48 personas. Se trata de un sitio ideal para las personas que aman la naturaleza y ansían la privacidad.

El hotel, desde donde se puede disfrutar de esta playa, está rodeado de una reserva ecológica de 121 hectáreas de selva, que, sin duda, es gran parte del atractivo de este aislado sitio.

En Punta Monterrey Tropical Beach Resort, la cabaña rústica para dos personas tiene un costo de 3,990 pesos por noche en temporada alta e incluye las tres comidas. Tiene área de yoga, spa y restaurante bar.

El Requesón, en Baja California Sur

Baja California Sur posee algunos de los paisajes y playas más bellos de México; el contraste entre costa y desierto crea sitios que quitan el aliento.

A unos 500 kilómetros de La Paz, en la costa norte del estado, en el mar de Cortés, está el poblado de Mulegé, conocido por ser un oasis real. A pesar de estar en el desierto, su conexión con el río del mismo nombre crea un microclima tropical donde se dan árboles frutales. La combinación de playa, desierto y estero es única, y es lo que da a este lugar su carácter particular.

Mulegé ha ido creciendo en popularidad y lo habitan muchos extranjeros, por lo que se dice que ya hay incluso más cosas qué hacer aquí en La Paz, sobre todo por su oferta importante de actividades acuáticas de aventura.

En El Requesón no hay hoteles, así que, si quieres quedarte aquí, la opción es rentar un camper o acampar. Hay unas palapas en las que puedes montar tu tienda de campaña por una tarifa muy razonable.

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El Madresal, en Chiapas

Si te gusta la aventura, El Madresal es lo tuyo. Es un complejo ecoturístico dedicado a quien gusta de la conservación y la naturaleza. Fue fundado en 2008 por una comunidad de pescadores en las cercanías de Tonalá. Es una playa alejada de todo, para descansar y apreciar la flora y fauna de los manglares costeros del Soconusco, refugio de aves y mamíferos.

Dice el director del complejo, José Luis Ordoñez, que se puede tomar un tour en lancha, en grupos de 10 personas, para apreciar la vegetación y los animalitos que aparezcan en el camino; dura una hora y media y tiene un costo por persona de mil pesos.

Hay cabañas por 900 pesos la noche hasta para cuatro personas. Cuentan con dos camas matrimoniales, ventilador y hamaca. Ofrecen paquetes.

También cuentan con zona de camping. Tiene un costo de 250 a 300 pesos e incluye almohada, colchoneta y sábana.

El Madresal ofrece además actividades de playa, un estero natural y una zona de pesca.

San Agustinillo / Mazunte, en Oaxaca

El poblado es Mazunte y, a solo cuatro minutos del centro, está la playa de San Agustinillo, que se encuentra a medio camino entre esta población y Zipolite.

Mazunte tiene una divertida vibra neohippie que puede resultar muy atractiva, mientras que en San Agustinillo tienes todos los atractivos que podrías esperar de las playas del Pacífico: arena dorada, buenas olas, fauna marina abundante y un excelente clima.

“En San Agustinillo las olas son medio traicioneras”, dice Daniela Domínguez, quien visitó el lugar hace poco. “Es más tranquilo en otras playas de Mazunte, pero tampoco son tan fuertes como en Puerto Escondido”.

Hay tours de naturaleza en los alrededores, pero no propiamente en San Agustinillo.

La gentrificación se está acelerando en esta zona. Así que, si quieres ir antes de que el lugar se convierta en otro Tulum, ¡apúrate!

Maruata, en la costa michoacana

Ubicada en el municipio de Aquila, en esta playa podrás disfrutar de tranquilas caminatas a la orilla del mar, además de descansar en una enramada y admirar los impresionantes acantilados y otras formaciones que rodean a Maruata, entre ellas el “Dedo de Dios”, una roca que emerge del mar con la silueta de un dedo que está apuntando al cielo.

La bahía tiene tres playas, cada una con un mood diferente, pero, eso sí, el ambiente de la comunidad se mantiene totalmente rústico.

La arena es dorada y suave, y el clima es ideal la mayor parte del año. Maruata cuenta con 260 kilómetros de playas vírgenes (justo lo que estás buscando) y sus aguas permanecen siempre limpias y claras. Dado que está rodeada por montañas, hay mucho verde a su alrededor, y los paisajes, entre el verdor y las rocas, son únicos.

En la playa se hacen paseos a caballo y también es posible rentar una tabla de surf por un día.

Hay vuelos desde Ciudad de México a Lázaro Cárdenas. Desde ahí, toma un colectivo hasta Maruata.

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