Tlaxcala ocupa uno de los cuatro últimos lugares en competitividad, es decir, en el último año no generó condiciones sociales ni de mercado favorables para atraer la inversión, ser más innovadora y mantener o atraer el talento que ayude a mejorar la productividad y el bienestar de la población, así lo da a conocer este viernes el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).
Hoy el IMCO presentó los resultados del Índice de Competitividad Estatal 2023, que coloca a Tlaxcala en el lugar 29 del ranking nacional, lo que significa ubicarse en color rojo en el semáforo de competitividad. En contraparte, Puebla ocupó el lugar 22 y se ubicó en semáforo amarillo, aunque tuvo mejoras durante 2022.
De acuerdo con el informe, Tlaxcala perdió tres posiciones en el ranking al pasar de la posición 26 a la posición 29 con respecto al ICE 2022, mientras que Puebla mejoró al crecer tres posiciones.
El informe general revela que Tlaxcala empeoró en los criterios de medio ambiente, gobierno, innovación y mercado de trabajo.
En medio ambiente tuvo una de las tasas más altas de muertes por enfermedades respiratorias y un porcentaje alto de pérdida de superficie arbórea.
Otros aspectos que denotan mala administración para el control de la contaminación es que falla en el tratamiento de aguas residuales, lo que de alguna manera repercute en la calidad de vida de los pobladores.
Con respecto a los criterios de gobierno e innovación, donde también ocupa los últimos lugares, el IMCO detectó un alta tasa de informalidad laboral, una mala política regulatoria y la amplia dependencia de los ingresos federales para su operación; mientras que en innovación, tiene el menor número de centros de investigación a nivel nacional y el año pasado no solicitó patentes, lo que revela una parálisis en los avances técnicos y científicos.
A esto se suma que Tlaxcala tiene un mercado laboral débil, con alto porcentaje de desigualdad salarial, con salarios inferiores al costo de la canasta básica y jornadas laborales mayores a las 48 horas a la semana.
Por otro lado, como se ha dicho, Puebla mejoró tres posiciones pero aún se ubicó con un nivel bajo de competitividad, sobre todo por su sistema político que ubicó a la entidad en el último lugar nacional.
Esto quiere decir que en 2022 Puebla tuvo un nivel alto de percepción sobre la corrupción de sus partidos políticos que, al fin de cuentas, son el medio para llegar al poder, hubo mínima participación ciudadana y obstáculos para las candidaturas independientes, criterios que el IMCO analizó para medir la fortaleza de su sistema político.
Otra se las debilidades se ubicó en su mercado de trabajo que se encendió en semáforo amarillo y se ubicó en la posición 27 por tener desigualdad salarial, horas excesivas de trabajo, alto porcentaje de sus trabajadores ganando menos que el costo de la canasta básica y bajo nivel de educación entre su población trabajadora, además de niveles elevados de informalidad laboral.
Por otro lado, tiene foco rojo en robo de vehículos con quizá la tasa más alta a nivel nacional; todos estos factores determinaron que la entidad no fuera un escenario favorable para la competitividad estatal.
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