Conectan batazos, atrapan bolas bajas y recorren las bases bajo el calor abrasador de un pueblo de la selva de la Península de Yucatán

En una pequeña comunidad de la península de Yucatán, unas jugadoras mayas han causado sensación: sus excelentes atletas juegan descalzas, visten huipiles y rompen barreras en cada juego.

Descalzas y ataviadas con huipiles, los vestidos tradicionales indígenas, las Diablillas conectan batazos, atrapan bolas bajas y recorren las bases bajo el calor abrasador de un pueblo de la selva de la Península de Yucatán.

Hace poco, el equipo avasalló con un marcador 22-2 a sus oponentes, las Felinas, en otro triunfo de la temporada que ha convertido a las Diablillas en una sensación nacional, no solo por su estilo de juego sino por su procedencia: son un grupo de mujeres indígenas de una comunidad tradicional donde solía desanimarse la participación de las mujeres en los deportes, un campo que era visto como el dominio de los hombres.

Y las Diablitas ahora tienen compañía: Las Amazonas Yaxunah, que también juegan descalzas usando su vestimenta tradicional para trastocar la cultura deportiva de Yucatán.

“Aquí una mujer es de casa, no es de salir a jugar un deporte”, dijo Fabiola May Chulim, capitana y mánager de las Diablillas. “Cuando una mujer se casa, sirve para hacer los quehaceres de la casa, atender al marido y a los hijos. Hace años, nosotros decidimos que esto no nos impide hacer el deporte que queremos”.

Hace cuatro años, las mujeres del equipo de la pequeña comunidad de Hondzonot empezaron a jugar béisbol modificado por las tardes. La idea era hacer ejercicio después de acabar con las labores del hogar, pero esa iniciativa comenzó a crecer. Las Diablillas no tenían guantes y solo un bate casero tallado en madera. Jugaban con una pelota de tenis.

El juego seguía las reglas del béisbol pero, como en el kickball, el corredor quedaba fuera si le daban con la pelota.

Un equipo femenil de un pueblo cercano también jugaba béisbol con una pelota de tenis y desafió a las Diablillas a un partido. Las mujeres de Hondzonot ganaron, recibieron 1500 pesos, uniformes y el municipio local les asignó un entrenador para que les enseñara las reglas del softbol.

“Nosotras jugamos con huipil porque es algo que portamos con mucho orgullo y que nos representa como mujeres maya”, dijo May Chulim. “Tampoco estamos acostumbradas a poner zapatos y cuando lo hicimos, nos sacó ampollas. ¿Por qué ponernos algo que nos hace sentir incómodas?”.

Ahora, a unos cuantos años de haber aprendido las reglas del deporte, han jugado en estadios ante miles de aficionados. Sus rostros adornan un mural en Playa del Carmen. En la primavera, el presidente Andrés Manuel López Obrador invitó a May Chulim a presentarse en una de sus conferencias mañaneras en Ciudad de México.

Hay esperanzas de que la popularidad de las Diablillas y las Amazonas sea un “parteaguas” para el crecimiento del deporte en México, dijo Abel Fernándes, presidente de la Asociación Estatal de Béisbol de Quintana Roo.

“No es común que las mujeres mayas o indígenas se involucren en los deportes en sus comunidades y las Diablillas están rompiendo ese estereotipo”, dijo Fernández, y agregó que recientemente se creó la asociación estatal de softbol de Quintana Roo. “Ellas han llamado mucho la atención y ahora estamos viendo un boom en el interés del deporte y el softbol entre las mujeres y muchachas en las comunidades de la región”.

F. New York Times

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