La bajacaliforniana cumplió el último relevo y recorrió la pista del Estadio Olímpico Universitario, para luego trepar 90 escalones en 1968.

A la edad de 71 años de edad murió la mexicana Enriqueta Basilio Sotelo que se convirtió en la primera mujer en el mundo en encender el pebetero de los Juegos Olímpicos, hazaña que realizó el 12 de octubre de 1968.

La bajacaliforniana cumplió el último relevo y recorrió la pista del Estadio Olímpico Universitario, para luego trepar 90 escalones hasta el pebetero, donde realizó el rito: saludar hacia los cuatro puntos cardinales y finalmente depositar el fuego para encender el pebetero.

No sólo prendí el fuego olímpico, encendí el corazón de las mujeres”, dijo Basilio Sotelo a la Gaceta de la UNAM.

Me tocó ese privilegio, como mujer, como representante de la mujer mexicana, como la mujer del mundo”, asevera Basilio mientras voltea a ver las tribunas del Estadio Olímpico Universitario, como si todavía escuchara los aplausos de la gente.

“A partir de entonces hubo muchos cambios para las mujeres, por nuestros derechos, por la justicia, por la igualdad, por la solidaridad, y todos los valores que representa el respeto a una mujer”, añade.

Norma Enriqueta Basilio Sotelo, también conocida como Queta Basilio nació en Mexicali, Baja California el 15 de julio de 1498 y falleció este 26 de octubre de 2019.

Campeona nacional de atletismo en carrera con vallas de 80 metros, llegó a ser considerada como la mejor atleta femenina de su época.

El 25 de febrero de 2008 recibió la Medalla Olímpica Guatemalteca, que le fue otorgada por el C.O.G. «en Reconocimiento por su trayectoria como deportista y dirigente».

Fue Miembro Permanente del C.O.M. y estuvo propuesta por el Club Tenochtitlan, de la Ciudad de México, para recibir el Premio Nacional e Internacional Juego Limpio 2007, que promueve el propio Comité Olímpico Mexicano y el Comité Internacional para el Fair Play, en razón de ser » una deportista ejemplar por su actitud general a lo largo de su carrera deportiva, marcada por un evidente y constante espíritu deportivo».

También portó la Antorcha Olímpica en el relevo de Atenas 2004 en la Ciudad de México.

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