Un panorama general para comprender la coyuntura en materia de género, cómo llegamos a ella y qué hacer al respecto.
En México, una mujer es asesinada cada dos horas por razones de género. En tiempos que nos han llevado a cuestionar, escuchar, entender y transformar la realidad, es imprescindible que la violencia de género se aborde como una problemática multifactorial cuyas raíces se encuentran en la cotidianidad.
Con el fin de descongelar el glaciar y deconstruir un fenómeno tan complejo, la Mtra. Ana Laura Gamboa Muñoz, responsable del Observatorio de Violencia Social y de Género (OVSG) del Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría, SJ (IDHIE) la IBERO Puebla, ofreció un webinario en el que desplegó el abanico de cartas sobre este tema. La académica identificó cinco ejes esenciales para rastrear el comportamiento de la violencia contra las mujeres como normativa sistemática.
I. Sexo y género
Como reconoció la experta, sexo y género son dos conceptos que suelen utilizarse de manera indiscriminada. La diferencia primaria recae en el carácter científico e ideológico: el sexo es un conjunto de características biológicas con las que se nace.
En cambio, el género es el conjunto de ideas, creencias y atribuciones sociales construidas con base en la diferencia sexual. En tanto que las características sexuales son universales e inmodificables (a menos que exista una intervención quirúrgica o tratamiento hormonal), las consideraciones en torno al género cobran mayor relevancia, pues alrededor de ellas se construyen múltiples discursos que nos han determinado históricamente como sociedades.
El género se aprende a través de la limitación, prohibición, permisión, sanción y reforzamiento de características y conductas. Esta asignación involucra ciertas expectativas, las cuales llevan a un trato diferenciado a través de roles de género (actividades masculinas y femeninas) y estereotipos (comportamientos esperados y reprobados). Gamboa Muñoz señaló que el género se construye como un aprendizaje cultural.
Por lo tanto, puede modificarse: “El género permea en lo más profundo de nuestra identidad, en nuestros propios gustos, en la manera en cómo nos relacionamos y la forma en cómo concebimos y esperamos el amor”, señaló. https://twitter.com/brujasdelmar/status/1269748662705553414 La construcción de estas narrativas ha jerarquizado las aspiraciones y facultades de los varones por encima de las de las mujeres.
A ellas se les enseña a tener mayor capacidad para las relaciones afectivas y se las socializa para que desarrollen su rol reproductivo y de cuidado.
Por el contrario, a los hombres se les presuponen valores y roles que los preparan para el éxito en el mundo público y profesional, así como la dominancia y superioridad.
II. Mujeres, seres para los hombres
De acuerdo con la historiadora Gerda Lerner (1986), se conoce como patriarcado a “la manifestación e institucionalización del dominio masculino sobre las mujeres y niños/as de la familia y la ampliación de ese dominio sobre las mujeres en la sociedad en general”.
La figura del padre se interpreta como un sistema familiar, social, ideológico y político mediante el cual se determina el rol de las mujeres en la vida pública y privada. En esta estructura, dijo la responsable del OVSG, los hombres establecen vínculos de interdependencia y solidaridad entre ellos para dominar a las mujeres.
La diferencia entre hombres y mujeres, entre lo femenino y masculino, se concibió cuando los primeros tomaron el poder y se erigieron como el modelo humano. “Se fundó una estructura de poder que excluye a las mujeres en su participación en espacios de alto poder económico, político y cultural”.
Como consecuencias del patriarcado se han acentuado algunos problemas específicos, como el aumento en la brecha salarial entre hombres y mujeres; la feminización de la pobreza y rezagos educativos; asignación de roles y estereotipos, y agudización de otras manifestaciones de discriminación y dominación.
III. Violencia por razones de género
Las mujeres experimentan violencia de manera diferenciada y a través de múltiples manifestaciones.
Al hablar de violencia de género se alude a toda acción u omisión basada en el género que cause daño o sufrimiento psicológico, físico, patrimonial, económico, sexual o la muerte tanto en el ámbito privado como en el público.
Como puntualizó Ana Laura Gamboa, la violencia de género está enraizada en una cultura machista y patriarcal que reproduce comportamientos discriminatorios hacia las mujeres.
Estas conductas intencionadas se emplean como una dinámica de poder que busca generar daño o sufrimiento. Además, los derechos de la población femenina se ven vulnerados al persistir el alto grado de desigualdad e impunidad.
De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH, 2016), el 66.1% de las mujeres mexicanas mayores de 15 años han sufrido algún tipo de violencia de género, siendo las de carácter sexual (49%) y sexual (41.3%) las más recurrentes.
En Puebla, el 64.3% de las encuestadas reportaron algún tipo de agresión.
IV. Tipos y modalidades de violencia
De acuerdo a la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, los tipos de violencia se basan en la naturaleza de la agresión, mientras que las modalidades tienen que ver con el ámbito, tipo de relación o lugar donde se ejercen.
Ambas categorías de violencia no son excluyentes entre sí, por lo que pueden experimentarse varias de ellas de manera simultánea.
Tipos de violencia Violencia física: todo acto que causa daño no accidental por medio del empleo de la fuerza física, algún tipo de arma, objeto o sustancia que pueda provocar lesiones internas, externas o ambas.
Violencia psicológica: cualquier acto u omisión que dañe la estabilidad psicológica de la mujer, las cuales pueden llevar a la víctima a procesos de depresión, aislamiento, desvalorización, anulación del autoestima o suicidio. Violencia patrimonial: cualquier acto u omisión que afecta la supervivencia de la mujer.
Se manifiesta en la sustracción, retención, destrucción o transformación de bienes, derechos u obligaciones. Violencia económica: toda acción una omisión de cualquier persona que afecta la supervivencia económica de la mujer.
Ocurre a través de la limitación encaminada al control de los ingresos, así como la percepción de un salario menor por igual trabajo. Violencia sexual: acto que degrada o daña al cuerpo y/o a la sexualidad de la víctima y que atenta contra su libertad, dignidad e integridad física.
Tiene especial presencia en las relaciones de pareja. Violencia obstétrica: acción u omisión por parte del personal médico o de salud que dañe, lastime, denigre o cause la muerte de la mujer durante el embarazo, parto y puerperio. Modalidades de violencia Violencia familiar: Es el acto de poder u omisión intencional dirigida a dominar, someter, controlar o agredir de cualquier forma a una mujer dentro o fuera del domicilio.
Es ejercida por cualquier persona que tenga o haya tenido una relación de parentesco o afectividad. Violencia laboral y docente: aprovechamiento indebido de una situación de superioridad jerárquica, ejercicio abusivo de cualquier facultad que sitúe a una mujer en cualquier plano de subordinación. Se ejerce por personas con quienes se tiene un vínculo laboral, docente o análogo.
Violencia comunitaria: actos individuales o colectivos tendentes a transgredir los derechos humanos de las mujeres, así como denigrar, discriminar, marginar o excluirlas de cualquier ámbito.
Violencia institucional: Actos y omisiones de las y los servidores públicos del Estado que tengan por objeto o resultado la discriminación e impidan el reconocimiento, goce o ejercicio pleno de los derechos humanos a las mujeres.
Violencia feminicida: manifestación extrema de violencia contra las mujeres, producto de la violación de sus derechos humanos y que deriva en la muerte.
V. No estás sola
Como sostuvo la Mtra. Gamboa Muñoz, nada justifica la violencia contra las mujeres.
Por ello, el primer paso es buscar o brindar ayuda, según sea el caso. La sororidad nace en los círculos más cercanos (familiares, amigas y vecinas) y se extiende hasta las organizaciones y albergues dedicados a dar contención emocional y orientación. Pasar a la acción es un paso decisivo.
La experta recomendó analizar las posibilidades para salir de la situación de violencia en la que te encuentras. Muchas colectivas brindan asesorías y fungen como puentes para realizar denuncias o encontrar soluciones que garanticen la integridad de la víctima.
Ante todo, recuerda: “La violencia que ejercen contra ti no tiene que ver con algo que tú provocaste. No estás sola”.