La producción de bienes y servicios supone un entendimiento de las necesidades reales de los usuarios. El diseño debe priorizar la funcionalidad sin descuidar la estética.
Han transcurrido seis meses desde que la enfermedad por coronavirus se convirtió en la antagonista principal de la humanidad. A estas alturas, todas las personas han experimentado, directa o indirectamente, los estragos de un virus cuyos efectos en la salud siguen siendo un misterio.
El diseñador industrial Andrés Lhima forma parte de los más de 270,000 mexicanos que han sido portadores del SARS-CoV-2. Pasó algunos días en un hospital provisional para pacientes COVID y, un par de días después de ser dado de alta, compartió sus experiencias personales y profesionales en la videoconferencia Reflexiones Pan(dém)icas del Diseño organizada por la Licenciatura en Diseño Industrial de la IBERO Puebla.
Previo a adquirir la enfermedad, el egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) tuvo que lidiar con la caída en las ventas de sus productos artísticos, los cuales han llegado a comercializarse en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA). Esto lo impulsó a retomar proyectos que había dejado en pausa.
Su ingreso en las instalaciones itinerantes para afectados por la enfermedad representó un punto de quiebre en la percepción del contexto pandémico. “Después del miedo, empezó el pensamiento como diseñador. Comencé a analizar lo que veía en el hospital desde esta óptica”.
Reconoció que, al vivir de primera mano dicha condición, las estadísticas comenzaron a transformarse en rostros. El diseño industrial está en permanente renovación, lo que exige a sus profesionistas una curiosidad y reinvención constantes. Indicó que el diseño es indispensable en el escenario de contingencia, pues ha reivindicado estrategias y productos que ya existían en escenarios comunes. Evocó el caso de mamparas, sillas de jardín y tablas de papelería, elementos convencionales que han sido de gran utilidad en los hospitales COVID.
Las caretas son un ejemplo claro de la diversidad de procedimientos, materiales y diseños que dan respuesta a la urgencia con base en los recursos disponibles. Los diseñadores, dijo, tienen la responsabilidad de realizar estudios de campo para innovar en el material quirúrgico.
Otros productos interesantes con los que Lhima convivió son los guantes de higiene personal: indumentaria diseñada para que los pacientes COVID se asearan y se secaran. Relató que este procedimiento se lleva a cabo en lavabos ante la falta de regaderas, lo cual deja entrever que el instrumento es también una adaptación práctica ante las necesidades sanitarias coyunturales.
Dentro de los hospitales COVID se presenta un alto uso de plásticos desechables en la comida, así como un amplio desperdicio de comestibles. “Como diseñadores, sería un buen reto pensar en qué sistema se puede diseñar para que no existan tantos desperdicios”.
Recordó que el diseño cuenta con diferentes perfiles encargados de analizar el ciclo de vida de los productos. Andrés Lhima, quien se incorporará a la IBERO Puebla como profesor de asignatura a partir de Otoño 2020, refrendó el valor de la empatía y la gratitud como elementos que potencian la innovación. “Ponte en el lugar del otro y piensa cómo puedes solucionar sus necesidades”, dijo.
La COVID-19 tendrá un impacto significativo en los procesos de diseño. En un nivel personal, refrendó su compromiso por situar el diseño en beneficio de las personas y transmitir el espíritu transformador en sus próximos estudiantes.
Compartió que, en el campo médico, el diseño debe dar soluciones eficaces que, además, cuenten con elementos lúdicos que hagan la experiencia clínica más reconfortante.
De cara a la nueva normalidad, la principal motivación para los diseñadores debe encontrarse en la capacidad de identificar necesidades específicas. “Es importante preguntarnos qué es lo que queremos aportar.
Quienes más rápido se están adaptando son aquellos que más éxito están teniendo”, cerró. Durante la ronda de preguntas, la Mtra. Mariana González de la Rosa, coordinadora de la Licenciatura en Diseño Industrial de la IBERO Puebla, reconoció que la empatía requiere involucrarse no sólo en el entendimiento de los hechos físicos, sino en la situación psicoemocional de las personas, lo cual abona al diseño de experiencias y servicios.