De acuerdo con el estudio, la mitad de las víctimas de feminicidio conocían a su agresor. Los cuerpos son hallados más en espacios públicos (56%) que en privados (42%).
El Observatorio de Violencia Social y de Género (OVSG), extensión del Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría, SJ de la IBERO Puebla, documentó 66 probables feminicidios ocurridos en Puebla durante 2020. Es decir, cada 132 horas una mujer fue asesinada por razones de género en el estado.
Al presentar el Informe de probables feminicidios registrados durante el 2020, la Mtra. Ana Laura Gamboa Muñoz, responsable del OVSG, resaltó que los casos documentados hemerográficamente por el Observatorio distan de los datos proporcionados por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP). Aquella instancia registró 52 presuntos feminicidios en el estado, mientras que la Fiscalía General del Estado contabilizó 53 casos.
Para determinar la presencia de un asesinato por razón de género, el OVSG busca en cada uno de los casos la existencia de una o más causales de género señaladas en el delito de feminicidio establecidas en el artículo 338 del Código Penal del Estado de Puebla. Con base en el Modelo de protocolo latinoamericano de investigación de muertes violentas feminicidio/femicidio, se registra cada uno de ellos en una base de datos de probables feminicidios.
Modus operandi
De acuerdo con los datos registrados por el Observatorio, cinco de cada diez mujeres conocían a su agresor. En los casos en los que se conoce esta relación, el 69% eran esposos o concubinos, novios, parejas sentimentales o exparejas de la víctima; el 17% eran familiares, y el 14% restante pertenecían a otros vínculos. Además, 26 de los siniestros fueron cometidos por personas íntimas.
Solo en 54 casos (82%) se conoce el nombre de las víctimas. De los 57 casos en los que se conoce la edad de las víctimas: 51 mujeres eran mayores de edad y el resto eran menores. El promedio de edad de las víctimas es de 30 años, donde la víctima de menor edad tenía 2 años, mientras que la de mayor edad tenía 65 años. Asimismo, el grupo de edad de las víctimas más frecuente es de 18 a 29 años (35%).
Sobre las lesiones, mutilaciones o tratos infamantes que se dieron en los cuerpos de las víctimas, en el 30% de los casos, el cuerpo presentaba dos o más lesiones (20 casos); en el 24%, los cuerpos mostraban lesiones o golpes generales (16 casos); en el 23% (15 casos), no se tiene información sobre qué tipos de lesiones generales tenían los cuerpos; en el 21% (14 casos), las lesiones se ubicaron en zonas vitales.
De igual forma, en 15 de los casos, los portales informativos mencionan que las víctimas sufrieron violencia sexual, mientras que otros 23 se sabe que no hubo violencia sexual y en los 28 restantes se desconoce la existencia o no de este tipo de violencia. En comparación con datos del 2019, la violencia sexual previa al feminicidio aumentó un 8%.
Los municipios en donde se registraron más casos de probables feminicidios son: Puebla (12), Tehuacán (5), Chietla (4), Izúcar de Matamoros (4), Acajete (3), Atlixco (3), San Martín Texmelucan (3) y Zacatlán (3).
Cuentas pendientes
La violencia feminicida no ha cesado; por el contrario, se ha mantenido a pesar de la declaratoria de Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres (AVGM) en Puebla. Acciones como los recortes presupuestales federales y el subregistro de las autoridades demuestran, expresó Ana Gamboa, el nulo interés de erradicar los feminicidios no sólo a nivel nacional, sino también a nivel local.
“¿Por qué matan a las mujeres?”, cuestionó la Mtra. Karla Somosa Ibarra tras escuchar la exposición del Informe. El trabajo del Observatorio Feminista contra la violencia a las mujeres de Chiapas, en el que colabora, intenta responder a la interrogante mediante la perspectiva de género, una metodología que puede hacer la diferencia frente al contexto del último año.
El confinamiento creó las condiciones idóneas para el incremento de violencia de género al encerrar a muchas mujeres con sus agresores. De igual manera, la coyuntura ha develado otra modalidad de violencia patriarcal especialmente visible en Chiapas: el que sufren las mujeres migrantes. “Los observatorios ciudadanos y feministas son un gran aporte, son vigilantes de la violencia que vivimos las mujeres”, refrendó la activista.
Al mismo tiempo, es fundamental reflexionar en cómo el silencio individual y colectivo perpetúan la violencia sistemática. Colectivos como el Observatorio de Violencia de Género en Medios de Comunicación (OVIGEM) buscan visibilizar cómo agresiones feminicidas pueden llegar a ser estigmatizadas, justificadas o censuradas tras eufemismos en las plataformas de información.
Una de sus voceras, la Mtra. Tonalli Pérez Saldaña, recordó que los medios de comunicación tienen la obligación de proveer de información necesaria para identificar y denunciar las violencias. Para ello, OVIGEM ha enfatizado la importancia de un abordaje mediático que acabe con la revictimización y pavimente las vías hacia la justicia social y la cultura de la igualdad.
El OVSG llamó al Estado a garantizar a las mujeres una vida libre de violencia y a actuar con debida diligencia para realizar investigaciones desde una perspectiva de género, con un enfoque de derechos humanos y poniendo al centro a las víctimas. “¡Por mujeres vivas, sin miedo, seguras y libres!”, se lee en la contraportada del librillo informativo.