En un contexto donde la democracia en América Latina enfrenta serios desafíos, se celebra en la UPAEP el XIX Encuentro de Centros de Cultura bajo el lema “La conversión política y las universidades católicas como alma mater de ciudadanía”. Este evento reúne a rectores, académicos y expertos de toda la región y de otros países de Europa, para reflexionar sobre la situación política actual y el papel fundamental de las universidades católicas en la formación de ciudadanos comprometidos con la democracia.
En su diálogo con periodistas de los medios de comunicación, Valente Tallabs González, Director de la Facultad de Ciencia Política y Gobierno de la UPAEP, resaltó la importancia del encuentro, subrayando el entusiasmo que genera la oportunidad de abordar temas cruciales para la región. “Nos entusiasma mucho, no solo por las temáticas a tratar, sino también por la calidad de los participantes, conferencistas y congresistas que se dan cita aquí, prácticamente de toda Latinoamérica” y algunos países de Europa, mencionó.
Tallabs González señaló que la preocupación central de las universidades latinoamericanas gira en torno al deterioro de la calidad democrática en la región. Factores como la violencia, el crecimiento de la desigualdad y la desafección ciudadana hacia los procesos electorales fueron destacados como síntomas de una crisis que exige atención inmediata.
La primera conferencia magistral, impartida por la Mtra. Tamara Taraciuk Broner, Directora del Programa Peter D. Bell sobre Estado de Derecho en el Inter-American Dialogue, titulada El escepticismo democrático en América Latina, ofreció una radiografía de la situación actual, abordando las causas del debilitamiento democrático. La región, según Tallabs González, enfrenta un desafío mayor: “Las narrativas de los líderes que han llegado al poder mediante la vía democrática a menudo se tornan en posiciones autocráticas y populistas, lo que va en detrimento de las reglas y valores democráticos que les permitieron estar ahí en primer lugar”.
Dijo que uno de los puntos clave del encuentro fue la necesidad de promover una «conversión política«. Según Tallabs González, esto implica un cambio profundo en la forma en que se concibe la política, no solo como una relación de poder distante, sino como un compromiso activo y consciente con la construcción del bien común. “La conversión política es entender la política como una forma de vida, donde las universidades católicas juegan un papel crucial al ser el alma mater de la ciudadanía”, afirmó.
Tallabs González hizo énfasis en la necesidad de formar ciudadanos verdaderamente comprometidos con la democracia, más allá del simple acto de votar. “Hoy, lo que vemos es una desafección, particularmente en los jóvenes, hacia la participación democrática”, añadió, destacando la importancia de formar no solo votantes, sino demócratas que participen activamente en la vida pública, con valores y actitudes democráticas sólidas.
Subrayó el papel crucial que juegan las universidades católicas en este proceso de conversión política. Al ser instituciones que acompañan a los jóvenes durante su formación, tienen la responsabilidad de inculcar valores democráticos y formar ciudadanos comprometidos con la justicia y el bien común.
No podemos olvidar que muchos de los jóvenes que adquieren su ciudadanía a los 18 años lo hacen mientras están en nuestras aulas. Por eso, es fundamental que estas instituciones se comprometan a formar demócratas que puedan enfrentar los retos actuales”, afirmó Valente Tallabs.
Además, Tallabs González advirtió sobre los riesgos que enfrentan las universidades en contextos políticos adversos. Recordó casos recientes como el cierre de 30 universidades en Nicaragua, incluyendo dos católicas, debido a su resistencia intelectual y social ante regímenes autocráticos. “Las universidades no están exentas de estos vaivenes políticos en la región, y es necesario que tengamos posiciones claras para señalar los abusos de poder y defender los derechos y garantías mínimas consagradas por el Estado democrático”, subrayó.
A pesar de los desafíos, el evento fue un llamado a la esperanza. Las universidades católicas, manifestó Tallabs González, tienen el deber de mirar hacia el futuro con optimismo, formando generaciones comprometidas con una democracia que respete la dignidad humana y promueva una sociedad más justa y pacífica. “Nos toca formar con perspectiva de futuro y esperanza. Creemos que la democracia es el sistema que más respeta la dignidad de la persona y garantiza una sociedad más pacífica y ordenada”, concluyó.
En el marco del XIX Encuentro de Centros de Cultura, titulado «La conversión política y las universidades católicas como alma mater de ciudadanía», Tamara Taraciuk Broner, Directora del Programa Peter D. Bell sobre Estado de Derecho en el Inter-American Dialogue, abordó uno de los temas más urgentes y complejos que enfrenta la región: la fragilidad de la democracia en América Latina frente al avance de regímenes autoritarios que socavan los principios democráticos y los derechos humanos.
Taraciuk Broner resaltó que, a diferencia de épocas pasadas, las democracias en América Latina no se ven amenazadas principalmente por dictaduras tradicionales como las que aún existen en Cuba, Nicaragua o Venezuela. En su lugar, el desafío actual proviene de líderes que llegan al poder a través de procesos electorales democráticos, pero que, una vez en el poder, comienzan a debilitar las instituciones fundamentales para la democracia. Entre estas instituciones, destacó la independencia judicial, la prensa libre, las organizaciones de la sociedad civil y las autoridades electorales y de transparencia.
Este fenómeno, explicó, genera un «caldo de cultivo» perfecto para el surgimiento de líderes autoritarios, quienes se presentan como los salvadores de problemas crónicos que afectan a la región, como la inseguridad, la desigualdad, la falta de acceso a la salud y a la educación. Estos problemas estructurales, sumados a la falta de líderes democráticos capaces de ofrecer soluciones efectivas, contribuyen a que las políticas de corto plazo, a menudo autoritarias, resulten atractivas para los votantes.
Un ejemplo clave de este fenómeno es el caso de El Salvador y su presidente, Nayib Bukele. Taraciuk destacó cómo el éxito de la política de seguridad de mano dura implementada por Bukele ha sido posible solo después de desmantelar las instituciones democráticas del país. A pesar de que el régimen de excepción ha llevado a más de 81,000 personas a la cárcel, con más de 200 muertes en detención bajo condiciones cuestionables, la popularidad de Bukele no ha disminuido. El presidente logró incluso presentarse a la reelección gracias a una interpretación de la Constitución llevada a cabo por una Corte Suprema afín a su gobierno, y obtuvo una victoria aplastante.
La gente ha comprado el discurso de Bukele porque ven resultados tangibles, como la disminución de la violencia, aunque estos resultados vengan a un altísimo costo para la democracia y los derechos humanos», señaló Taraciuk. Este éxito plantea la necesidad de que los líderes democráticos encuentren maneras de abordar problemas como la inseguridad, pero desde el marco del Estado de Derecho. Además, subrayó que cualquier política de seguridad eficaz debe ser dual: por un lado, debe haber sanciones penales para quienes cometen delitos, pero siempre dentro de la ley; y por otro, es crucial implementar políticas sociales preventivas que ofrezcan a los jóvenes oportunidades para salir de la pobreza y la delincuencia.
Finalmente, Taraciuk insistió en que una política no puede ser exitosa sin una estrategia de comunicación efectiva. «Parte del éxito del modelo de Bukele ha sido su estrategia de comunicación», apuntó, dejando en claro que las políticas democráticas deben también aprender a conectar con los votantes para consolidarse como soluciones viables y sostenibles.
El desafío que enfrenta la democracia en América Latina, concluyó Tamara Taraciuk, es enorme: se necesita una agenda propositiva que ofrezca respuestas a los problemas de la gente, demostrando que la democracia es el camino para un futuro mejor, frente al creciente riesgo de que el autoritarismo se consolide como la solución predominante en la región.
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