Ha grabado 19 álbumes de estudio y vendido cerca de 65 millones de discos, lo que le sitúa entre los 15 artistas más vendedores de la historia de la música pop.

Bruce Springsteen es, sin duda alguna, una de las figuras más relevantes del panorama musical del último medio siglo. El rockero estadounidense, que este lunes cumple 70 años, ha ofrecido más de 2 mil 700 conciertos en los cinco continentes, grabado 19 álbumes de estudio y vendido cerca de 65 millones de discos, lo que le sitúa entre los 15 artistas más vendedores de la historia de la música pop.

Pero también nos ha mostrado un lado humano que pocas veces hemos podido entrever en un artista de su nivel. Desde enseñar su perfil más frágil en su autobiografía Born to run -donde cuenta la tormentosa relación con su padre o sus episodios de depresión-, hasta grabar discos intimistas y poco comerciales en momentos clave de su carrera -Nebraska, The ghost of Tom Joad, Devils & dust– o embarcarse en proyectos impredecibles y muy personales, como su larga serie de conciertos-monólogo en Broadway o su reciente puesta de largo tras las cámaras en Western star, un documental sobre la gestación de su último disco que se acaba de estrenar con éxito en el Festival de Toronto.

Bruce Springsteen (New Jersey, 1949) sintió la llamada de la música el día que vio a Elvis Presley en su mítica aparición en el programa de Ed Sullivan, un momento que en su autobiografía califica de su particular ‘big bang’. Pero sería ya en los 60, con el descubrimiento de The Beatles, cuando tuvo claro a lo que se iba a dedicar y convenció a su madre, Adele, para que le comprara su primera guitarra eléctrica, con la que inició su carrera en conjuntos locales como The Rogues o The Castiles.

El músico fue labrándose un nombre más allá de la escena de New Jersey -sobre todo como guitarrista, un aspecto que muchos aficionados desconocen- gracias a su participación en bandas como Earth o Steel Mill, en la que ya figuraban futuros miembros de la E-Street Band como Danny Federici, Vini Lopez y Steve Van Zant.

Sin embargo, su capacidad para escribir canciones llamó la atención de Columbia Records, quien le propuso grabar un disco en solitario. Así nació Greetings from Asbury Park, N.J. (1973), un trabajo en el que, a pesar de sus influencias evidentes –The Band, Bob Dylan, Van Morrison-, se descubre una voz y un estilo propios evidentes en temas como «Spirit in the night», «Growin’ up» o «Blinded by the light».

Pocos meses después vio la luz The Wild, the Innocent & the E Street Shuffle, su segundo álbum. Aunque las críticas siguieron siendo positivas, su acogida comercial no estuvo a la altura de su predecesor, pese a contener temas como «Rosalita (Come out tonight)», «4th of July, Asbury Park (Sandy)» o «The E Street shuffle».

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