Aproximadamente 100 escuelas públicas y 200 privadas tendrían que cerrar sus puertas.
El alcalde de la ciudad de Nueva York, Bill de Blasio, dijo el domingo que ha pedido el permiso del estado para cerrar las escuelas y reimponer las restricciones sobre los negocios no esenciales en varios vecindarios a causa de un repunte de casos de coronavirus.
En caso de ser aprobada, la medida representaría un retroceso desalentador para una ciudad que disfrutó un verano con una menor propagación del virus respecto a otras partes de Estados Unidos, y apenas había celebrado el regreso de los estudiantes a las aulas para una enseñanza presencial.
Los cierres ocurrirían a partir del miércoles en nueve zonas de la ciudad, dijo el alcalde.
Aproximadamente 100 escuelas públicas y 200 privadas tendrían que cerrar sus puertas. Tampoco se podrá comer dentro de los restaurantes, que se había vuelto a permitir hace apenas unos días. El servicio de los restaurantes en mesas al aire libre debería de suspenderse en los distritos afectados, y los gimnasios volverían a cerrar.
Los lugares de culto podrían permanecer abiertos con las restricciones actuales en vigor, señaló De Blasio.
El alcalde dijo que tomaba la medida en un intento para evitar que el virus se propague en el interior de la ciudad y se convierta en una “segunda ola”, como la que provocó la muerte de más de 24.000 neoyorquinos en la primavera.
“Hemos aprendido una y otra vez de esta enfermedad que es importante actuar de manera agresiva, y cuando los datos nos dicen que es tiempo de tomar las acciones más duras y rigurosas, seguimos los datos, hacemos caso a la ciencia”, señaló de Blasio.
En las últimas dos semanas, el número de casos nuevos de coronavirus ha ido al alza en algunas partes de la ciudad, particularmente en los distritos de Brooklyn y Queens, que albergan la mayor población de judíos ortodoxos de la entidad.
Casi 1.100 personas han dado positivo al COVID-19 en Brooklyn en tan sólo los últimos cuatro días, según las cifras estatales.
Se estima que el coronavirus ha contagiado a entre uno y dos millones de personas en la ciudad de Nueva York, la mayoría de los casos registrados en la primavera antes de que las pruebas estuvieran disponibles de manera generalizada.