Desde los primeros días de agosto y hasta el próximo octubre se trabaja en una primera fase para combatir la erosión, acentuada por los efectos del cambio climático.
Un mar cálido y transparente y el sol radiante se unen en el balneario de Varadero, la principal playa de Cuba, que actualmente recibe el mayor vertimiento de arena de su historia para prevenir la erosión. Más de un millón y medio de metros cúbicos de arena se vierten en la afamada península, el principal destino turístico de sol y playa del país, ubicado a unos 140 kilómetros al este de La Habana.
Desde los primeros días de agosto y hasta el próximo octubre se trabaja en una primera fase para combatir la erosión, acentuada por los efectos del cambio climático, en los seis sectores principales de la playa que se extiende por más de 22 kilómetros en la península de Hicacos.
«El vertimiento se hace con proyectos locales con la misma arena que está en los puntos de acumulación de la cuenca, la que desplazamos a los puntos de erosión en las playas y así le damos las condiciones óptimas para que sean explotadas turísticamente», explicó a la prensa el director de Gestión Ambiental del Centro de Servicios Ambientales de Matanzas (CSAM), Yasiel Martínez. Tras un riguroso estudio de compatibilidad del material extraído con la sílice nativa presente en las áreas de vertimiento, se emplean medios y especialistas de la empresa Inversiones Gamma, del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) para regenerar la costa.
Los especialistas de Gamma y del CSAM realizaron un monitoreo de la evolución de la playa y evaluaron su estado tras el paso del huracán Irma, que afectó a la isla en septiembre de 2017.
Dicho monitoreo reveló que la ejecución de sucesivas campañas de alimentación artificial de arena y el manejo integrado de la playa han tenido eficacia al garantizar que Varadero tenga volúmenes de arena suficientes para enfrentar eventos meteorológicos extremos como Irma.
La regeneración de la llamada Playa Azul también facilita la creación de bancos de arena, de tal forma que las olas rompen mucho antes de llegar a la costa y la orilla se protege mejor. Por ello, según adelantó Ivis Fernández, delegada del Ministerio del Turismo en la provincia de Matanzas, donde está enclavado el balneario, para el 2020 aspiran a declarar como «Playa Ambiental» a Varadero, que en los últimos tres años ha recibido a más de un millón y medio de turistas por temporada.
De acuerdo con el CSAM, en el área de sol de Varadero pueden reunirse un estimado de 94.925 personas, que es el máximo de personas que pueden estar al mismo tiempo en la playa, cumpliendo con la norma internacional de 10 metros cuadrados por bañista.
Más del 80 por ciento de los balnearios cubanos tienen retrocesos en la línea de costa que promedian 1,2 metros por año, cifra que puede ser superior en algunos sectores de ahí que los vertimientos, además de mejorar y ampliar el área de playa y de sol, propicien que una parte de la arena depositada fortalezca la duna.
En el país caribeño, que tiene unas 430 playas arenosas, la erosión está muy asociada a la actividad humana, como señaló el doctor en Ciencias del Instituto de Ciencias del Mar de Cuba, José Luis Juanes.
Juanes es el coordinador técnico regional del proyecto «Impacto del Cambio Climático en las costas del Caribe: Alternativas para su control y resiliencia», también conocido como Proyecto Costas Arenosas, de la Asociación de Estados del Caribe (AEC).
Ese proyecto, con financiamiento de la Agencia de Cooperación Internacional de la República de Corea (Koica, por sus siglas en inglés), beneficia desde enero del año pasado a zonas costeras de Costa Rica, Antigua y Barbuda, Cuba, Granada, República Dominicana, Haití, Guatemala, Jamaica, Panamá y Trinidad y Tobago.
La erosión es un fenómeno generalizado en las playas caribeñas en donde el ritmo estimado de retroceso de la línea costera varía entre 0,27 y 2,5 metros por año, de acuerdo con un estudio elaborado por investigadores de Cuba, Estados Unidos, Francia y Puerto Rico.
«Datos recientes manejan la posibilidad de que en 2050 esa intensidad sea de 0,29 metros y de 0,95 para 2100», apuntó Juanes. Contra esos vaticinios luchan científicos y autoridades cubanas que tratan de conservar a Varadero, considerada entre las 10 mejores playas del mundo y que recibe arena desde 1987, aunque el vertimiento de este año es el mayor de la historia.