Es la tercera vez que el Parlamento británico intenta aprobar una legislación para permitir la muerte asistida después de los intentos fallidos de 2015 y 2021, cuando los Conservadores estaban en el poder.
En esta ocasión el primer ministro laborista Keir Starmer está a favor de la propuesta de ley y dará libertad de conciencia para votar a los suyos, que son mayoría en la Cámara Baja.
Asistir a alguien a morir y la eutanasia son considerados como un delitos con penas de 14 años de cárcel.
El borrador de ley matiza que, para autorizar la asistencia, el paciente deberá tener una enfermedad terminal, deberá decidirlo él mismo y se requerirá la autorización de dos médicos y la aprobación de un juez.
Entre los que abanderan la campaña está la periodista Esther Rentzen, de 84 años, que padece un cáncer de pulmón terminal y que quiere ir a Suiza para poder tener una muerte digna.
Oposición de la Iglesia anglicana
Grupos provida han criticado la ley. También el arzobispo de Canterbury, jefe de la Iglesia anglicana, ha calificado la muerte asistida de “peligrosa” y ha dicho que conduciría a una “pendiente resbaladiza” en la que más personas se sentirían obligadas a poner fin a su vida mediante procedimientos médicos.
Se ha pedido que los representantes de la iglesia en la Cámara Alta no puedan votar esta ley.
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