La muerte del carismático primer ministro, quien dirigió el país en dos periodos, 1969-1976 y 1982-1986, es uno de los grandes misterios de la historia reciente sueca

Tan sólo 40 minutos antes de la medianoche del 28 febrero 1986, el primer ministro de Suecia, Olof Palme, recibió un disparo a quemarropa por la espalda cuando salía del cine en el centro de Estocolmo.

Un segundo tiro hirió a su mujer, Lisbet.

El asesino salió corriendo y desapareció por un callejón vecino.

Al llegar al hospital, Palme estaba muerto.

Más de 32 años después, sigue sin resolverse aquel magnicidio que hizo temblar los cimientos de Suecia, un modelo de democracia social que Palme había contribuido a construir de forma decisiva.

La muerte del carismático primer ministro, quien dirigió el país en dos periodos, 1969-1976 y 1982-1986, es uno de los grandes misterios de la historia reciente sueca .

Ahora, una investigación periodística llevada a cabo durante 12 años por Thomas Pettersom y publicada por la revista Filter Magazine, plantea un nuevo hilo del que tirar en el caso, que continúa abierto.

El reportaje señala a Stig Engstrom -quien se suicidó en 2000- como posible asesino de Palme.

Aunque la policía lo descartó en un principio como sospechoso, la prensa sueca sugiere que personas de su entorno fueron interrogadas recientemente.

«Eso es imposible. No era ese tipo de persona, eso es seguro. Era demasiado cobarde. No le habría hecho daño a una mosca», le dijo la exesposa de Engstrom al diario sueco Expressen.

«EL HOMBRE DE SKANDIA»
Engstrom, una de las primeras personas en aparecer en el lugar del crimen, siempre fue considerado uno de los testigos clave del caso, pero no sospecho formal.

La prensa sueca lo llamaba «el hombre de Skandia» porque la noche en que murió Palme se encontraba trabajando en un edificio de esa empresa de seguros cercano al lugar del asesinato.

Engstrom abandonó el inmueble a las 23:19. Dos minutos más tarde, Palme fue tiroteado.

EL ÚNICO SOSPECHOSO JUZGADO
La única persona juzgada por la muerte del primer ministro fue Christer Petterson, condenado a cadena perpetua en 1988 y liberado cuatro meses después tras ser declarado inocente por falta de pruebas en una apelación.

Engstrom testificó durante aquel juicio que estaba caminando por la calle cuando se tropezó con alguien caído sobre el suelo.

«Vi sangre. Dudé si ir a mi estación de metro o parar», afirmó.

Petterson falleció en 2004.

¿NUEVAS PISTAS?
La investigación de Filter magazine asegura que Stig Engstrom había recibido entrenamiento para usar armas y que tuvo acceso a un arma de fuego similar a la utilizada en el ataque, propiedad de un amigo coleccionista con interés por los revólveres American Magnum.

Sin embargo, expertos legales y figuras políticas suecas se mostraron escépticos y marcaron distancias respecto a estas informaciones.

«No me impresiona. Es fácil señalar a una persona muerta que ya no se puede defender», le dijo el abogado Leif Silbersky al diario Aftonbladet.

«Hay que ser muy cuidadoso. Estamos acostumbrados a recibir informaciones», apuntó el exfiscal jefe Sven-Erik Alhem.

LAS HIPÓTESIS DEL CASO
Durante las tres últimas décadas, las hipótesis sobre la autoría del asesinato de Palme fueron casi incontables, desde la KGB, la CIA y el Mosad, hasta el régimen del apartheid de Sudáfrica en connivencia con la ultraderecha sueca pasando por los nacionalistas kurdos y los lobos solitarios.

La franqueza con la que hablaba Palme, opositor acérrimo a la intervención de Estados Unidos en Vietnam y de la Unión Soviética en Checoslovaquia, crítico de regímenes autoritarios como el de Francisco Franco en España o el del apartheid en Sudáfrica, le granjearon numerosos enemigos y detractores, tanto dentro como fuera de su país.

Cerca de 10.000 personas fueron interrogadas en una investigación que nunca se cerró y más de 100 se autoinculparon.

FALLOS EN LA INVESTIGACIÓN
Sin embargo, la falta de pruebas forenses lastró la investigación desde sus primeros pasos.

«Las primeras horas creo que fueron cruciales en un caso como este, y se fracasó», le dijo Solveig Riberdahl, una de las fiscales que investigó el caso, al programa Witness de la BBC en 2012.

«Se debió haber hecho una investigación técnica mejor. Y la falta de pruebas forenses es un obstáculo para la investigación», aseguró.

Por ejemplo, la policía fue incapaz de recuperar huellas dactilares de la escena del crimen porque los trabajadores retiraron la nieve.

Y las dos balas que se recuperaron, no fueron halladas por agentes, sino por transeúntes.

La primera línea de investigación -antes del giro que supuso la detención de Petterson -se centró en el Partido de los Trabajadores del Kurdistán, un grupo separatista kurdo todavía activo.

DE CONSPIRACIONES A UN HOMBRE SOLITARIO
En 1988, el detective Hans Olvebro asumió la investigación y el foco se alejó de posibles conspiraciones internacionales.

Sin embargo, la prioridad siguió siendo encontrar el arma del crimen, un objetivo que décadas después aún no se logró.

Aunque muchos en Suecia piensan que el revólver fue lanzado a un lago, Olvebro -quien ya no dirige la investigación- discrepa.

«El asesino puede tener el arma en algún lugar seguro. Puede que vaya a ese lugar una vez al mes y se diga a sí mismo: tú lo hiciste. Y después la vuelva a colocar donde estaba. No es seguro que acabara en un lago», le contó Olvebro a BBC Witness en 2012.

«Creemos que es una persona solitaria, no una conspiración (…). Creo que actuó solo y también que se trata de persona solitaria», dijo.

Más allá de cuáles lleguen a ser sus consecuencias en la investigación, las revelaciones de los últimos días removieron un caso que cambió la forma en que Suecia se percibe a sí misma.

«Esto es una herida abierta en la sociedad sueca. Es muy importante resolverlo», aseguró este miércoles el primer ministro del país, Stefan Lofven.

Por Redaccion

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