Myrthokleia Adela González Gallardo dice que el recuerdo de lo que vivió hace 55 años en la Plaza de la Tres Culturas de Tlatelolco y sus consecuencias “lo traigo impregnado en la piel y en el cerebro”.
González Gallardo es una sobreviviente de la masacre estudiantil de 2 de octubre de 1968. Estuvo en el balcón del tercer piso del edificio Chihuahua, junto con los cuatro oradores programados, ella fue la conductora del mitin, le ganó por un voto a la representante de odontología de la UNAM, Marcia Elena Gutiérrez Cárdenas.
Myrthokleia fue herida por esquirlas en la mano izquierda. La zarandearon y amenazaron de muerte, según contó a Excélsior.
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Estuvo detenida en un departamento de la planta baja del edificio Chihuahua con el grupo de “especiales” que “quieren con vida”. Fue llevada a la Cruz Roja de Polanco donde la dejaron en bata y así fue sacada rumbo a una instalación de la Procuraduría y de ahí a las oficinas de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) en avenida Juárez.
La llevaron a los separos de Tlaxcoaque —donde estuvo varios días—; la trasladaron al Hospital de Traumatología de Balbuena, donde una enfermera, identificada como Ana María Monroy, la rescató —como a muchos otros estudiantes, junto con un grupo de doctores y enfermeras—, estuvo en varios lugares hasta que el 25 de octubre de 1968, durante la clausura de los Juegos Olímpicos México 68, disfrazada y con la ayuda de personas que apoyaban el movimiento estudiantil, rompió el cerco policial contra los estudiantes y pudo salir del radar de la justicia, con destino a Guadalajara.
A principios de la primera alternancia política en México, en 2001, la maestra Myrthokleia Adela González fue al Archivo General de la Nación (AGN) a buscar su expediente. Lo encontró, se trata de un informe del agente número 69 de la DFS, Carlos A. Gutiérrez que, entre otras cosas, acusa que González Gallardo es “METIDA (con mayúsculas) en el movimiento estudiantil”; miente sobre que fue llevada al Campo Militar Número Uno y sostiene: “la DFS concluye que por análisis de documentos recogidos que esta persona (González Gallardo) está “muy metida” en el movimiento estudiantil…”. Y menciona los efectos que se encontraron dentro de la bolsa que la entonces joven perdió en el intento de huir a la represión en el edificio Chihuahua.
Hoy, 2 de octubre de 2023, González Gallardo —hace 55 años, alumna del cuarto año en la Escuela Técnica Industrial Wilfrido Massieu, en el Politécnico; una de las 10 mujeres del Consejo Nacional de Huelga; hija del ingeniero Agustín González López, quien fue parte de la Coalición de Maestros en el Movimiento Estudiantil– vive para contar a Excélsior su historia, en donde dice, empezó a cambiar la vida de México hacia mejores estadios “de justicia social y libertad de expresión”.
No es la primera vez que González cuenta esta historia, pero sí la primera que hace públicas fotografías del momento en que es sacada en bata de la Cruz Roja; otra, muchos años después, junto a la enfermera Monroy que la rescató y documentos que sobre ella permanecen en el AGN.
NOMINACIÓN FORTUITA
González Gallardo empezó su remembranza así:
González Gallardo recordó que como ella ya trabajaba y tenía dinero, con el grupo de muchachos que llegó a la Plaza de las Tres Culturas, “en la tienda del edificio Chihuahua entré a comprar cigarros para ellos, yo no fumaba; entonces la de la tienda nos dice, ‘a ver muchachitos, ¿a dónde van?’, y le dijimos, ‘aquí a la terraza del edificio Chihuahua’, y dice ‘pues, tengan cuidado, porque aquí cerca está el Ejército en las calles de Violeta’; nos volteamos a ver y dijimos: ‘no vamos a hacer nada malo’. Nos salimos y subimos al tercer piso”.
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La maestra González, que ayer domingo 1 de octubre se presentó en Los Pinos para hablar de su experiencia de hace 55 años, dijo que al subir “les informé a los demás compañeros del Consejo Nacional de Huelga sobre lo que dijo la señora de la tienda. Y nos esperamos a que dieran las seis de la tarde para iniciar el mitin, porque originalmente iba a ser una caminata de Tlatelolco al Casco de Santo Tomás, para pedirle a los militares que entregaran las escuelas del Casco de Santo Tomás, pero se decidió ahí mismo que fuera el mitin, entonces todos nos quedamos en Tlatelolco.
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