Viajó en línea comercial, comió una baguete en el trayecto y leyó una carpeta con información de la Cancillería.

La oficial Styles, de la Oficina de Aduanas de los Estados Unidos, subió al avión 366 de Delta Airlines a las 17:50 horas, cuando aterrizó en Atlanta, Georgia.

El piloto pidió a los 140 pasajeros que permanecieran en sus asientos para que la mujer, quien no portaba cubrebocas, pudiera caminar libremente por el pasillo.

Styles se dirigió al hombre que se encontraba sentado en el asiento A de la fila 17.

Sin hablar extendió su brazo derecho, tatuado con un yin y yang, y luego lo señaló con el índice pidiéndole que lo siguiera.

Era el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien obedeció de inmediato.

El jefe de la Ayudantía de Presidencia, Daniel Asaf, quien viajó en el asiento 17D, balbuceó para indicar que él, la Secretaria de Economía, Graciela Márquez, y el Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, acompañaban al tabasqueño; la oficial de CBP, enchuecando los labios, se limitó a hacer otra seña para que todos la siguieran.

AMLO había llegado a Estados Unidos para su primera vista oficial como Presidente.

Era la escala en Atlanta rumbo a Washington. Viajó en línea comercial, comió una baguete en el trayecto y leyó una carpeta con información de la Cancillería.

Y en el vuelo aprendió inglés ayudado por Asaf.

«Búscame en el diccionario manda», le pidió López Obrador; «a ver ‘costumbre’; a ver ‘tributo'», insistía.

Y Asaf definía otro concepto solicitado por su jefe: «Promesa que una persona le hace a otra». Así ensayó para su encuentro de hoy con Trump.

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