Debanhi presentaba más lesiones en la cabeza y no solo una, como parecía sugerir la conclusión de la primera autopsia que se hizo pública.
Debanhi Escoanbar, de 18 años, fue asesinada y sufrió abuso sexual antes de morir. Esto revela el segundo informe forense que solicitó la familia, al que ha tenido acceso EL PAÍS. Este dictamen, que revisa la primera necropsia oficial, descarta la hipótesis de un posible accidente de la joven que ha sugerido en las últimas semanas la Fiscalía de Nuevo León.
La chica, que desapareció el 9 de abril y cuyo cadáver fue hallado casi dos semanas después en la cisterna de un motel a las afueras de Monterrey, fue golpeada varias veces con un “agente contundente” en la cabeza y murió antes de llegar al tanque de agua.
“Se trata de una muerte violenta homicida”, concluye el texto. Y el cadáver presentó “huellas de una relación sexual violenta”. El caso Debanhi se ha convertido en un símbolo de las desapariciones y asesinatos de mujeres en México y ha abierto profundas grietas en un sistema de justicia colapsado.
La Fiscalía integró esta información en la carpeta de investigación, aunque los detalles sobre su muerte no habían sido revelados hasta ahora. Este periódico ha tratado de contactar a la institución en varias ocasiones para solicitar su versión sobre la falta de información y no ha obtenido respuesta. Desde el hallazgo del cadáver, el 21 de abril, la Fiscalía solo ha informado sobre la causa de muerte: contusión cerebral. No mencionó, no obstante, más detalles sobre si había sufrido o no abuso, si se había ahogado o había caído ya muerta a la cisterna de agua del motel Nueva Castilla. La ausencia de información oficial permitió justificar la hipótesis de que Debanhi se había caído sola a ese tanque de agua. Mientras la familia Escobar enterraba a su única hija, surgían más dudas que certezas. Fue entonces cuando su padre, Mario Escobar, solicitó una segunda autopsia —con fecha del 25 de abril— y posteriormente la entregó a las autoridades.
El segundo dictamen forense —que analiza las imágenes de la exploración médica del cadáver, pruebas diagnósticas y conclusiones— señala que el cuerpo de Debanhi Escobar presentaba signos de violencia sexual. Un dato que no mencionó ni analizó la primera autopsia. Tampoco lo informó la Fiscalía, que cuenta con el estudio independiente, solicitado por la familia Escobar, desde el 2 de mayo. “El cuerpo presenta huellas de una relación sexual vaginal, violenta y reciente”, explica el texto. “Esto se deduce por haber encontrado equimosis violáceas y hematomas” en la zona exterior de los genitales.
El forense concluye que la joven falleció antes de que su cuerpo fuera introducido o arrojado al tanque de agua —no valora cómo llegó ahí—. Coincide con la primera necropsia en la causa de la muerte, por profundos golpes en la cabeza, es decir, por una “hemorragia intracraneal que provocó un choque neurogénico [daño al sistema nervioso] y este, un paro respiratorio”. La lesión más grave, que le provocó la muerte, fue un duro impacto en la región frontal derecha del cráneo. Pero la segunda autopsia va más allá.
Debanhi presentaba más lesiones en la cabeza y no solo una, como parecía sugerir la conclusión de la primera autopsia que se hizo pública. “Equimosis violáceas en ambos lados de la región frontal del cráneo, en párpados derechos e izquierdos, en el lado izquierdo de la nariz, en ambos labios, arriba de la oreja derecha y la región retroauricular derecha”, señala el documento. Según la manera de muerte que describe el doctor, “las contusiones craneofaciales son de origen externo al cuerpo y por ser intensas, repetidas [en varias ocasiones] y con diferentes ángulos de impacto, se deduce que fueron causadas por otra persona y que se trata de una muerte violenta homicida”. El forense precisa que debió ser con un “agente mecánico contundente”, es decir, no fue golpeada con un arma filosa.
La joven no murió ahogada. La cisterna contaba con una profundidad de agua de 90 centímetros, según mencionaron las autoridades en una rueda de prensa. Aunque el médico forense señala en el segundo dictamen que debió estar en una línea de flotación, boca abajo, pues la parte posterior de su cuerpo se muestra “obscura y deshidratada”, con respecto al análisis de la parte frontal, que se encuentra “reblandecida” por el agua. Pero no se encontró “líquido en el interior de la tráquea y de los bronquios”, de manera que el forense descarta la muerte por ahogamiento. Y apunta: “Ya se encontraba sin vida al momento de entrar al agua del lugar donde fue encontrado el cuerpo”.
Tampoco observa lesiones en el cuello, carótidas, ni en el hueso hioides, por lo que también descarta la muerte por asfixia o estrangulamiento. Ni obstrucción de orificios respiratorios, ni de las vías aéreas, ni de “compresión toracoabdominal, ni de enterramiento, ni de confinamiento”, por tanto, descarta también la asfixia por sofocación.
Otra de las pruebas forenses que determinan que no se cayó, además de la causa de muerte mencionada, es que no tenía ninguna fractura ni otras lesiones, además de las de la cabeza, según las radiografías que le hicieron al cadáver. Sí se observa, no obstante, la fractura de una uña —de acrílico color naranja— “en forma transversal al nivel de su parte media”.
Debanhi se encontraba descalza, con calcetines, y con el torso parcialmente desnudo. “Presenta blusa blanca sin mangas, deslizada hacia el cuello por fuera de la extremidad superior derecha [brazo derecho] y por el lado izquierdo, deslizada hasta la axila izquierda por dentro de la extremidad superior izquierda [brazo izquierdo]”, apunta el informe.
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