La Línea 12 del metro ha estado marcada desde su inauguración en 2012 por irregularidades y deficiencias.
Erik Bravo no exagera cuando dice que pudo haber sido uno de los fallecidos cuando el paso elevado del metro de Ciudad de México se partió y lanzó dos vagones al vacío.
La noche del 3 de mayo, el asesor financiero de 34 años viajaba a bordo del tren que después se desplomaría acompañado de dos compañeros de trabajo con los que suele compartir el trayecto a casa. Sin embargo, los tres se salvaron porque sus colegas se bajaron dos estaciones antes del lugar de la tragedia y él caminó un par de vagones más adelante para que al bajarse pudiera estar más cerca de las escaleras que permiten salir de la estación.
Tras avanzar se puso los audífonos para escuchar música y de pronto, cuando el tren comenzó a entrar en la terminal Olivos, sintió como si algo jalara el metro, escuchó un estruendo y el vagón comenzó a llenarse de humo. En cuestión de segundos un joven empezó a gritarle a la gente que se lanzara al piso. Todo era confusión.
“La gente se estaba desesperando, querían romper los vidrios, querían romper las ventanas para salir”, recordó.
La gente se asomaba para ver qué había pasado, pero nadie entendí lo que sucedía. El vagón en el que iba Erik logró entrar a la estación, pero nadie podía salir. Policías les indicaron que en la parte trasera del vagón la puerta estaba abierta y todos fueron hacia allí. Erik grabó algunos de esos momentos.
“Vi un señor con sus dos niñas”, contó. Cerca de donde el metro se había roto había dos personas en el piso, una inconsciente, y se escuchaba a una niña llorando. Erik salió de la terminal y no quiso quedarse a ver exactamente qué había sucedido. “Yo no sé nada de primeros auxilios… no sé si me estoy poniendo en peligro al quedarme aquí”, dijo que pensó y se fue.
Y luego, cuando llegó a su casa después de caminar 25 minutos y comenzar a platicar con su hermano, con quien vive, vio toda la magnitud del accidente.
“Cuando llegué aquí a casa… empezamos a ver todas las publicaciones en internet”, dijo. “Fue un shock, de que yo estaba ahí. Sigue habiendo gente fallecida, gente desaparecida, gente herida y yo estoy aquí completo, de una pieza todavía”.
Tres días después de uno de los peores accidentes en el sistema del metro de Ciudad de México, Erik dice que aún no logra procesar todo lo que pasó, pero repite que fue uno de los afortunados de una tragedia que dejó al menos 25 fallecidos y más de 70 heridos.
“(Es) darte cuenta de que de alguna manera es una segunda oportunidad que tú tuviste, porque tú pudiste haber estado ahí”, asegura sobre una experiencia que puede cambiar a cualquiera.
La Línea 12 del metro, la más reciente de un transporte que tiene más de cinco décadas, ha estado marcada desde su inauguración en 2012 por irregularidades y deficiencias de diseño que incluso llevaron a cerrarla en 2014. Tras un fuerte sismo de 2017 algunas estructuras quedaron dañadas y las autoridades dijeron que las habían reparado.
Erik cuenta que después del terremoto eran evidentes las grietas en algunas partes, sobre todo en las columnas, pero nunca pensó que un tramo se derrumbaría.
“Sí te imaginabas que tenía defectos, pero no una clase de defecto (para) que llegara a suceder lo que sucedió”, comentó desde su casa, a pocas cuadras del lugar del accidente.
Aunque no se considera creyente, piensa que hubo alguna intervención para que se salvara. “De alguna manera sí agradezco a algo, a alguien que esté ahí, que por alguna razón decidió que no te tocaba”.
Ya han pasado tres días y no puede dormir bien, pero el jueves regresó al trabajo. “No nos queda otra que seguir adelante”. Los dos días que estuvo en casa aprovechó para arreglar una motocicleta que tenía abandonada y que por ahora será su nuevo medio de transporte.